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04 febrero 2023

CONSTRUYENDO UN MITO: EL REY ARTURO (1ª PARTE)

A lo largo de algunas entradas trataré sobre la evolución de la figura de Arturo y las características del que fue desde un legendario líder guerrero hasta el rey cortés de Camelot. Su representación sufrió variaciones hasta ser el rey de una magnífica corte, pero ¿cómo se transformó el guerrero de la Edad Heroica britana (siglos V y VI) en el monarca que hoy conocemos? ¿Por qué su leyenda tuvo tanto éxito? ¿Qué aportó a nivel sociológico?

ORÍGENES 

La génesis del mito artúrico radica en la transmisión oral de leyendas celtas que sólo a partir del Medievo se pusieron por escrito. Aun con la romanización, no desaparecieron las lenguas célticas (gaélicas y britónicas)* ni su tradición, y mucho menos en Irlanda, que no estuvo bajo el poder romano. De forma que, en paralelo al latín, continuó una literatura autóctona compuesta y transmitida por la prestigiosa élite de los bardos*.
En la isla de Gran Bretaña y dado el interés por la historia de Britania y sus héroes del pasado, todo un universo épico quedó plasmado en los textos que los monjes escribieron en latín y en galés.

En Irlanda, durante el siglo V, con la evangelización llegó también la cultura escrita. Los monjes escribas se dedicaron a copiar en latín y en gaélico los manuscritos basados en la tradición oral y desarrollaron su apogeo cultural entre los siglos VI y VIII. Asimismo, en la zona norte de Gales y gracias a un largo periodo de estabilidad política, entre los siglos IX y X se produce en los monasterios una intensa labor de recopilación, traducción y escritura del material relativo a las leyendas del Antiguo Norte (Yr Hen Ogledd).

REFERENCIAS SOBRE ARTURO EN MANUSCRITOS EN LATÍN

Gran Bretaña ca.600
Imagen: Hel-hama. Bajo licencia: CC BY-SA 3.0
En: 
Wikimedia Commons
Se cuenta que Arturo fue un guerrero que, tras el abandono de la isla por las legiones romanas a partir del año 410, unió a las tribus britanas y luchó contra los invasores anglosajones, pero no fue hasta el siglo IX cuando se mencionó en un texto historiográfico: Historia Brittonum. Esta crónica, atribuida a un monje galés llamado Nennius, fue escrita en latín hacia el año 830. En ella nos revela la figura de Arturo como un jefe de guerra, un dux bellorum que capitaneó las tropas britanas frente a los invasores de la isla. Se refiere a doce batallas y los lugares donde se desarrollaron, como la acontecida en el fuerte de Guinnion, la octava, "en la que Arturo llevó sobre sus hombros la imagen de la Virgen María y gracias a cuya intercesión y la de Jesucristo derrotó a los paganos".

Respecto a la duodécima contienda, al igual que había hecho el monje Gildas en el siglo VI, Nennius menciona la batalla de Monte Badon, pero a diferencia del autor anterior, sí da el nombre de Arturo. Se configura el retrato de un guerrero tan fabuloso que fue capaz, por ejemplo, de aniquilar a 960 enemigos en dicha batalla, dejando claro que alrededor de esta figura ya se habían comenzado a forjar leyendas. De hecho, en la propia Historia Brittonum se encuentra inserto el texto De mirabilibus Britanniae (o Mirabilia) donde se narran 12 prodigios acontecidos en las tierras de Britania e Irlanda. Entre estas historias hay dos referidas a Arturo: una que trata sobre la prodigiosa tumba de su hijo Anir, y otra que trata sobre las huellas que su perro Cabal dejó en una roca durante la persecución del jabalí Troynt (Twrch Trwyth). Precisamente en este segundo relato se nos muestra la faceta de Arturo como cazador, que será una de las muchas que conforman su fisonomía poliédrica en la literatura galesa.

Monje copista. Autor: Joseph Ratcliffe Skelton.
Pero volviendo a las crónicas, también contamos con los Annales Cambriae, un manuscrito de autoría anónima que se cree que fue iniciado a principios del siglo IX. Este texto registra los sucesos ocurridos desde el año 453 hasta el 954 en el norte de Gales, principalmente. En cuanto a los datos sobre el año 516, se incluye la mención a la batalla de Badon “en la que Arturo llevó la cruz de nuestro Señor Jesucristo durante tres días y tres noches sobre sus hombros y los britanos salieron victoriosos”.
Una segunda referencia a Arturo se halla al llegar al año 537 y es la batalla de Camlann, en la que Arturo y Medraut cayeron. Ambos mueren, pero no dice que fuese uno a manos del otro.

Por otra parte, Arturo aparece también en diversas hagiografías como Vita Sancti Cadoci, V.S. Carantoci, V.S. Iltuti, V.S. Paterni y V.S. Gildae.
En estos manuscritos, que datan desde finales del siglo XI hasta el siglo XIII, Arturo es presentado como un gobernante tirano y soberbio, un rey rebelde que permanece pagano hasta que se convierte al cristianismo a partir de algún milagro que realiza el santo de la biografía en cuestión. Su persona representa el poder temporal frente al espiritual, como un soberano desafiante que no reconoce la autoridad de uno u otro santo hasta que se obran los milagros. En todo caso, estos escritos nos muestran que la conexión con el personaje britano otorgaba un mayor crédito y renombre a los santos galeses e irlandeses biografiados. Arturo era ya un héroe conocido, vinculado a numerosos relatos célticos.

ARTURO EN LAS FUENTES GALESAS

Como hemos visto, se nos ha presentado como un vencedor heroico de batallas, símbolo de la resistencia britona, rodeado de elementos sobrenaturales, cristianos y paganos en lo que pretende ser el recuerdo a un héroe militar. Ahora bien, ¿cuál es la referencia más antigua que tenemos sobre Arturo?

El Viejo Norte (s.VI-VII)
Imagen bajo licencia CC BY-SA 3.0 EnWikimedia Commons
A este respecto contamos con el poema galés Y Gododdin*, cuyas partes más antiguas han sido fechadas de alrededor del año 600 y atribuida a un bardo galés llamado Aneirin. Esta obra consiste en varias elegías dedicadas a los guerreros de las tribus de Gododdin que, tras dirigirse al reino de Lothian para atacar a los anglos que habían tomado la plaza de Catraeth, cayeron en la batalla y tan solo hubo unos cuantos supervivientes (entre los que estaba el mismo Aneirin). En dicha composición, el poeta elogia a unos héroes que se suponían ya conocidos por la audiencia, y asocia el nombre de Arturo al valor guerrero, al narrar las hazañas de otro héroe (Gwawrddur) cuyo coraje era notable: “Alimentó negros cuervos en la muralla de una fortaleza, aunque él no era Arturo”.
Este y otros manuscritos de entre los siglos IX y XI evidencian una larga transmisión oral antes de ser recopilados en libros que datan de entre los siglos XIII y XIV.
Algunas de las más importantes compilaciones de literatura galesa son:
Libro de Aneirin (siglo XIII)
Libro de Taliesin (primera mitad siglo XIV)
Libro Negro de Carmathen (mediados del XIII)
Libro Blanco de Rhydderch (finales del XIII)
Libro Rojo de Hergest (finales del XIV)

De manera que, además del citado Y Gododdin, hay otros muchos poemas, como el número 30 del Libro de Taliesin, “Los despojos del Otro Mundo” (Preiddeu Annwfn), que cuenta el viaje de Arturo y sus compañeros en el barco Prydwenn para llegar a Caer Siddi, “la Ciudad de los Muertos” con el fin de liberar a un guerrero de una fortaleza y robar un caldero mágico.

También en el Libro de Taliesin encontramos “El asiento de Teyrnon (Cadeir Teyrnon) y “Canto fúnebre de Uther Penn” (Marwnat Uthyr Penn).

En “El asiento de Teyrnon” se alude a un Arturo bendecido con el arte de la canción y vencedor de enemigos. Aun con leves diferencias entre las traducciones propuestas, la alusión en dos versos de este poema atestigua la existencia de leyendas sobre Arturo.

El poema “Canto fúnebre de Uther Penn” narra en primera persona las hazañas de Uther y, si bien son de difícil comprensión, dos de los versos aluden a Arturo. En ellos, supuestamente el propio Uther manifiesta que una novena parte de su valor ha sido transferido a Arturo. En realidad, a lo largo del poema nunca se afirma que Uther fuera su padre, pese a que estos versos han sido interpretados como una posible alusión al que sería su descendiente.

Pero las referencias a Arturo no acaban ahí, sino que están también, por ejemplo, en los poemas 15 y 30 donde se nos presenta un Arturo como caudillo guerrero, vencedor de muchas batallas, que reagrupa ejércitos y ayuda a otros príncipes a salvar sus reinos del enemigo.

Página del Libro Negro de Carmathen. F. 47 v.
Poema: ¿Quién es el portero?

En el Libro Negro de Carmathen, el poema conocido como: Pa gwr yw’r porthawr? “¿Quién es el portero?” es un diálogo entre Arturo y el gigante Glewlwyd Gafaelfawr que custodia la entrada a una fortaleza. Ante él debe Arturo contar sus hazañas y las de sus hombres para poder ser admitidos. En el diálogo nombra a sus más famosos compañeros, Cei y Bedwyr. 

En el poema “Gereint, hijo de Erbin”, algunos versos narran una batalla en la que participaron juntas contra un enemigo común las tropas del rey Gereint y las de Arturo en un lugar llamado Llongborth.

En cuanto a “Estrofas de las tumbas”, se menciona la tumba de Arturo, entre las de otros héroes britanos, al señalar que se desconoce su ubicación.

En el mismo libro, en el poema 31, se destaca la presencia de Uther y Arturo en la batalla de Trywruid, por lo que los apuntes sobre estos personajes aparecen repetidamente.

Como vemos, son numerosas las alusiones al guerrero britano en los textos galeses, pero entre estos debemos destacar "Culhwch y Olwen", recogido junto a otros en los Mabinogi.

Culhwch y Olwen ante Ysbaddaden
Dominio público: Wikimedia Commons
Este relato ha sido considerado como texto de transición en el desarrollo de la materia artúrica. En este cuento, además de ver los primitivos rasgos que caracterizan al Arturo de la literatura galesa, podemos apreciar signos protocorteses, como la sala o corte de gran reputación donde se reúne un elenco estable de guerreros. Además, se ha determinado que es la narración en prosa más antigua sobre Arturo redactada en una lengua vernácula y, según investigaciones filológicas más recientes, que fue escrita hacia el año 1150. Así, aunque esta obra es posterior a la Historia Regum Brittaniae de Geoffrey de Monmouth, no desvirtúa la imagen que ya se había configurado del personaje, sino que combina rasgos protocorteses y heroicos en una figura basculante.

En "Culhwch y Olwen" los guerreros emprenden expediciones junto al soberano, poseen cualidades mágicas actúan en grupo (no individualmente como caballeros andantes) con un comportamiento que dista mucho de una actitud cortés. En sus aventuras, matan, saquean y acrecientan sus riquezas. Arturo, toma la iniciativa y lidera episodios, pasando a segundo plano el personaje principal (como en el caso de Culhwch), y es también el valedor de las normas en su corte como la hospitalidad y la generosidad.

En cuanto al episodio de la caza del jabalí Twrch Trwyth y en el que los protagonistas deben conseguir una navaja, unas tijeras y un peine mágicos que esconde el animal entre sus orejas, alberga una gran carga simbólica. El jabalí simbolizaba la guerra, la destrucción y el caos, y la persecución relatada representa la lucha del bien contra el mal (porque Trwyth es un rey convertido en jabalí por sus pecados) y el control territorial. Arturo, como Señor de la isla, debe capturar a la bestia que devasta todo a su paso, pero además el episodio valida al soberano como cazador y combatiente, y puesto que la caza era fundamental como entrenamiento para la aristocracia guerrera, el episodio pasa a significar la validación del soberano en ese tipo de sociedad.
 
Libro Rojo de Hergest
El cuento conservado en el Libro Rojo de Hergest, titulado “El sueño de Rhonabwy”, muestra a Arturo ya como rey caballeresco; sin embargo, por la manera en que queda plasmado el mundo artúrico, ha sido interpretado por algunos especialistas como una representación paródica del mismo que no refleja la tradición original.

Junto a los Mabinogi, en las “Tríadas de la Isla de Bretaña” (Trioedd Ynys Prydein) es representado Arturo sobre el retrato característico del folklore celta. Aquí hallamos la evocación de la figura heroica, del guerrero britano, bardo y ladrón que está lejos del rey de las novelas de caballerías, así como la mención de los personajes más conocidos que le rodean.

En definitiva, las composiciones galesas nos muestran a Arturo como el jefe de una banda de guerreros que poseen poderes extraordinarios, un caudillo britano que va en busca de aventuras y lucha contra monstruos, brujas y gigantes. Es el protagonista de muchas de las acciones que se desarrollan, un héroe que goza de una fuerza sobrehumana y de elementos mágicos, que rescata y libera personajes, que compone poesía y conduce al robo de riquezas, a la vez que es el protector y defensor de unas tierras donde destaca como soberano.

ARTURO EN LAS FUENTES IRLANDESAS

Ya hemos rastreado a Arturo en los manuscritos de autores galeses, pero también lo encontramos en textos irlandeses en los que tanto Uther como Arturo aparecen como figuras históricas verdaderas.

Los Anales del Ulster fueron realizados por el copista Ruaidhrí Ó Luinín a finales del siglo XV en celta gaélico con interpolaciones en latín y recopilan datos tomados de manuscritos de finales del siglo VII o principios del VIII. En la compilación encontramos continuas referencias a otra obra denominada “el Libro de Cuanach”, para validar lo que está escrito en los Anales del Ulster.

El Libro de Cuanach fue escrito por un monje irlandés (Cuana/Cuanu) que murió en el año 738. En la entrada referida al año 467 nos revela que Uther Pendragon fue un rey de Inglaterra y que su hijo Arturo le sucedió y mandó construir la Mesa Redonda.*

En cambio, en otros manuscritos irlandeses se anota que Arturo fue hijo de un soberano del reino de Dalriada*, Aedán Mc Gabráin, que murió en el año 606. Así lo vemos, por ejemplo, en Vita Columbae*, escrita por un abad del monasterio de Iona (Escocia) llamado Adamnan.

Firmas en una página de los Anales de los Cuatro Maestros
Dominio público: Wikipedia Commons
Por otra parte, en los
Anales del Reino de Irlandatambién conocidos como “Anales de los Cuatro Maestros”*, encontramos la mención a Arturo en la entrada del año 620, en la que se relata que mató al rey irlandés (escoto) Mongan (hijo del rey Fiachra Lurgan) con una piedra. Aquí Arturo aparece como rey de los britanos y es hijo de Bicair.

Otra recopilación de capital importancia es la Historia de Irlanda (Foras Feasa Ar Érinn) realizada por el sacerdote irlandés Geoffrey Keating en el siglo XVII. Su compilación, al igual que los Anales, ofrece documentos únicos sobre Irlanda, ya que muchos de los textos antiguos en los que se basó (algunos de ellos anteriores al siglo X) desaparecieron.

Según las fuentes utilizadas por Keating*, Arturo era un príncipe irlandés que fue contemporáneo de Muircheartach el Grande (hijo de Earca), rey de Érinn (Irlanda) en el siglo VI y del que fue, posiblemente, su aliado. Además señala que Arturo murió luchando contra los pictos escoceses.

En cualquier caso, hemos visto a través de distintas fuentes, algunas de las referencias y las varias representaciones de Arturo desde los documentos más antiguos. No obstante, con el género literario del romanque se había iniciado en Francia en el siglo XII, la leyenda artúrica pasará a otro nivel.


*Quiero ver: Notas y textos correspondientes a este artículo

*Quiero leer la 2ª PARTE


BIBLIOGRAFÍA

Cirlot, Victoria. La novela artúrica: orígenes de la ficción en la cultura europea. Barcelona: Montesinos, 1995.

Cordo Russo, Luciana. “Culhwch ac Olwen como texto de transición de la materia artúrica”. Medievalista [en línea] 2017, núm. 22. Disponible en: https://doi.org/10.4000/medievalista.1332

García Gual, Carlos. Historia del rey Arturo y de los nobles y errantes caballeros de la Tabla Redonda. Madrid: Alianza Editorial, 2018.

Hibbert, Christopher. Breve historia del rey Arturo. Madrid: Nowtilus, 2009.

Ibáñez Palomo, Tomás. “El mundo artúrico y el ciclo del Grial”. Revista Digital de Iconografía Medieval. Madrid: Universidad Complutense de Madrid, 2016, vol. VIII, núm. 16, pp. 31-66.

Ladd, Marcus. “Recovering the historical Arthur". Comparative Humanities Review [en línea] 2017, vol. 1, núm. 1, pp. 13-32. Disponible en: http://digitalcommons.bucknell.edu/chr/vol1/iss1/3

Sainero Sánchez, Ramón. Arturo: Dux Bellorum: Los orígenes de la leyenda. Madrid: Sanz y Torres, 2018.

Sainero Sánchez, Ramón. Diccionario Akal de mitología celta. Madrid: Akal, 1999.

Torres Asensio, Gloria. Los orígenes de la literatura artúrica. Barcelona: Universitat de Barcelona, 2003.



29 enero 2023

Notas y textos rey Arturo (I)

NOTAS

 (rey Arturo, primera parte)


*Lenguas celtas:
  gaélicas: irlandés, gaélico escocés y manés. 
  britónicas: córnico, cúmbrico, galés y bretón.

*Bardos
Estos poetas profesionales vivían en la corte de reyes y príncipes locales, y eran una clase aristocrática a la que se le encomendaban las actividades intelectuales.
Los filid en Irlanda y los bardos en Gales debían conocer y transmitir las leyendas y genealogías, así como elaborar la literatura oral en alabanza de sus patronos. Componían relatos en prosa y en verso que luego recitaban o cantaban acompañados de instrumentos musicales como arpa o cítara. Todo su aprendizaje era memorístico y eran necesarios años de especialización para poder desempeñar su función. El bardo o file debía repetir exactamente lo aprendido pero hubo variaciones y adiciones. La puesta por escrito de esta literatura se intensificó a partir del siglo XI (Torres, p. 59), aunque se seguía ejerciendo de forma oral todavía a finales del XI en Irlanda y Gales (Cirlot, p. 37).


*Y Gododdin
Odas conservadas en el Libro de Aneirin. Se cree que una parte de ellas pudieron ser compuestas a finales del siglo VI o principios del VII por este bardo (y el núcleo del poema sería contemporáneo de los hechos que narra), pero otras partes presentan una ortografía de los siglos IX o X. (Torres, p. 51).


*Origen de la Tabla Redonda
Mesa circular de grandes dimensiones que se podía desmontar y transportar de un lugar a otro. La hizo un carpintero para que los caballeros del rey Arturo tuvieran la misma categoría y no se pelearan por ocupar en la mesa el mejor lugar al lado del rey. (Sainero, 1999, p. 29).


*Dalriada/Dal Riada
Reino que los irlandeses establecieron alrededor del siglo VI en Escocia. Según Adamnan, Aedán mac Gabráin fue proclamado rey de Dalriada en el año 574 por San Columba. (Sainero, 1999, p. 34).


*Vita Columbae:
La "Vida de San Columba", datada del año 697, fue escrita por Adamnan/Adomnan, abad del monasterio de Iona  (Torres, p. 94). En esta obra aparece Arturo como hijo del rey escocés Aedán mac Gabráin.


*San Columba:
Columba hace la señal de la cruz ante las puertas
 del fuerte del rey picto Brude Mac Maelchon.
Autor: Joseph Ratcliffe Skelton.

Obispo fundador de varios monasterios, entre ellos, el de Durrow, en Irlanda, y el de Iona, en la isla escocesa del mismo nombre. Murió en el año 597, dejando gran cantidad de iglesias dependientes de Iona e Irlanda. El monasterio de Iona se convirtió en el centro cultural más importante de las Islas Británicas durante el siglo VII. Su gran influencia en el reino de Northumbria abriría el mundo de la cultura celta a los anglosajones de la época. Los saqueos vikingos en Iona a principios del siglo IX, llevarían a la decadencia y destrucción del lugar insignia del saber de la época. (Sainero, 1999, p. 240-243).









*Anales de los Cuatro Maestros:
Ilustración de una publicación de 1846
The Annals of the Four Masters
Dominio público: Wikimedia Commons
Michael O’Clery fue un fraile franciscano del siglo XVII, enviado a Irlanda por la Iglesia para recopilar antiguos manuscritos existentes en la isla. Para este trabajo buscó la ayuda de tres eruditos de diferentes condados, que eran capaces de entender el contenido de los primitivos libros escritos en gaélico: Ferfesa Ó Mail-Chonaire, Cú-cóigcriche Ó Cléirigh y Ó Duibgennáin. Así, estos cuatro expertos, conocidos luego como los "Cuatro Maestros", recopilaron antiguos libros y documentos que registraban la historia y la cultura de Irlanda. Gracias a su labor, al igual que en el caso de Keating, algunos de los manuscritos se convirtieron en preciados y únicos documentos que evidenciaban un pasado de gran brillantez cultural y podrían ser conocidos por el mundo entero. Los anales fueron elaborados en dos volúmenes entre 1632 y 1638 en un monasterio de Donegal, y como elaboradores de la obra, junto con Michael O’Clerigh, aparecen en la introducción del manuscrito: fray Bernardinus O’Clery (Guardianus Dungalensis), el hermano Muiris Ulltach y el hermano Bonauantura o Domhnill (O'Donnell).
(Sainero, 1999, p. 235-236; 260).




TEXTOS

Fragmentos extraídos de "Culhwch y Olwen"

El joven dijo:

-¿Hay aquí un portero?

-Sí. Y tu cabeza no debe estar en su sitio para hacer una pregunta así. Soy portero de Arturo cada primer día de enero. El resto del año se ocupan mis sustitutos, Huandaw, Gogigwc, Llaeskenym y Pennpingyon, que anda sobre la cabeza para conservar sus pies, no hacia el cielo ni hacia la tierra, sino como una piedra rodando sobre el suelo de una corte.

 -Abre la puerta.

-No quiero.

-¿Por qué?

-El cuchillo está en la carne, la bebida en el cuerno y completamente llena la sala de Arturo. No dejan entrar más que a los hijos de rey de un reino reconocido o al artista que trae su arte. Se dará de comer a tus perros y a tus caballos; a ti te ofrecerán chuletas de carne caliente con pimienta, vino en abundancia y una música agradable. Te llevarán comida para cincuenta hombres a la hospedería […] Te ofrecerán una mujer para que duerma contigo y los placeres de la música. Mañana a la hora tercia, cuando se abra la puerta a la hueste que ha venido aquí hoy, tú pasarás el primero y podrás elegir el sitio que quieras en la sala de Arturo, desde el extremo más alto hasta el más bajo.

[…]

(Cei se muestra en contra de que entre Culhwch)

-Por la mano de mi amigo -exclamó Cei-, si se siguiera mi consejo, las leyes de la corte no se violarían por su culpa.

-Estás en un error, querido Cei -dijo Arturo-. Somos hombres nobles en la medida en que se recurre a nosotros. Mayor será nuestra generosidad y mayor será nuestra nobleza, gloria y reputación.

Y Glewlwyt volvió a la entrada y abrió la puerta al joven. Aunque todo el mundo desmontara en el montador de piedra de la entrada, Culhwch no lo hizo y entró con su corcel.

[…] 


Alfred Fredericks. The Boy's Mabinogion, 1881. Imagen retocada. Trabajo propio. Extraída de: Wikimedia Commons

 

Arturo:
-Siento cómo mi corazón se ensancha frente a ti; sé que eres de mi sangre. Dime quién eres.
-Lo haré -respondió el joven-. Soy Culhwch, hijo de Kilydd, hijo del príncipe Kelyddon Wledig y de Goleuddydd, mi madre, hija del príncipe Anllawdd Wledig.

 -Entonces es cierto -respondió Arturo-. Eres mi primo hermano. Dime todo lo que quieres y tendrás todo lo que nombren tu boca y tu lengua.

[…]

-Pido que consigas para mí a Olwen, hija de Yspadadden Penkawr, y la invoco aquí en nombre de tus guerreros.

[…]

Cei se levantó. Cei tenía el privilegio de que podía respirar nueve noches y nueve días bajo el agua y permanecer nueve noches y nueve días sin dormir. Ningún médico podía curar una herida de la espada de Cei; además tenía una facultad maravillosa cuando quería: podía ser tan alto como el árbol más alto del bosque. Otro privilegio: cuando más copiosamente caía la lluvia, todo lo que tuviera por encima y por abajo de la mano permanecía seco a la distancia de un palmo, debido a su gran calor natural, y también hacía las veces de combustible para sus compañeros cuando el frío era muy intenso.

Arturo llamó a Bedwyr, quien jamás retrocedía ante una empresa en la que Cei participara, […] y aunque sólo tenía una mano, tres combatientes no hacían salir la sangre con más rapidez que él en el campo de batalla. Poseía otra virtud: su lanza producía una herida al entrar, pero nueve al retirarla.

Mabinogion


 

(Sainero, 2018, p. 72)

Uther Pendragon, Arturo y la Mesa Redonda:

«Esto aparece en el Libro de Cuanach.

3. Muere Uther Pendragon, rey de Inglaterra, a quien sucedió su hijo Arturo, quien ordenó la Tabla Redonda».

 Anales del Ulster, 467.

 

 

(Sainero, 1999, p. 30)

Origen de la Mesa Redonda:

«Con los trabajos en madera puedo hacer maravillosas artes. He oído decir más allá de las nuevas mareas de los mares, que tus caballeros en tu mesa se pelearon un día de medio invierno; muchos allí cayeron; por su gran orgullo juego mortal libraron; y por su dignidad real todos querían estar dentro. ¡Ah! Yo te construiré una mesa rápidamente en la que se puedan sentar mil seiscientos o más parientes. Todos alrededor, sin que ninguno fuera quede, fuera y dentro, hombre opuesto a hombre. Cuando desees viajar contigo llevarla puedes».

Canto de Taliesin, XII


 

(Sainero, 1999, p. 80) 

Geoffrey Keating sitúa a Arturo en Irlanda:

«Muircheartach el Grande, hijo de Earca, era rey de Érin, y fue contemporáneo del rey Arturo».

Historia de Irlanda. Libro I, 14-16






30 julio 2022

¡MI REINO POR UN CABALLO!

ORÍGENES Y EVOLUCIÓN DE LA CABALLERÍA MEDIEVAL HASTA EL SIGLO XI

Escena del Tapiz de Bayeux que representa la conquista de Inglaterra por los normandos del duque Guillermo el Conquistador en el año 1066. Dominio público: Wikimedia Commons.

¿Cómo surgió la caballería?, ¿qué factores hicieron que naciera este cuerpo social?, ¿a quiénes podemos denominar caballeros?, ¿en qué momento se produjo una transición del equites al chevalier?, ¿cuándo y cómo se convirtieron los guerreros a caballo en caballería? Para responder estas preguntas debemos considerar todo un proceso de transformación sobre los agentes estructurales del Medievo. La caballería marcó profundamente el mundo medieval y hablar de ella supone observar su evolución a partir del siglo VIII

LOS CAROLINGIOS Y LA REFORMA MILITAR DE CARLOMAGNO

Las necesidades militares de un imperio en expansión hicieron que el reino de los francos fuera el territorio donde se iniciara la configuración de la futura caballería. Carlos Martel llevaba a cabo campañas cada vez más lejanas que obligaban a aumentar la hueste y a transformar gran parte de las fuerzas de infantería, que eran mayoritarias, en tropas a caballo. El soberano, para atraerse fidelidades y remunerar a sus hombres, les concedió en precario tierras eclesiásticas, a cambio de la prestación de los servicios de guerra. Los ingresos que se derivarían debían servirles para pertrecharse con un equipo acorazado. En consecuencia, se fue dando un incremento de la caballería pesada que además se vio favorecida por la introducción del estribo, ya que les permitía tener un mejor dominio del corcel, una mayor estabilidad sobre él y manejar con mayor soltura las armas, pero este invento, que era de origen oriental y llegó a Occidente hacia el siglo VIII, no supuso una modificación del método de combate. El caballo era indispensable para los desplazamientos, pero una vez llegados al campo de batalla, muchos jinetes desmontaban y luchaban a pie con las armas de los peones.

Caballería carolingia. Ilustración: Wayne Reinolds. Fuente: Historiando.org
Sabemos que sólo los 
hombres libres tenían derecho a portar armas y los campesinos libres debían acudir, en virtud de ese derecho, a la convocatoria anual del ejército para salir en campaña junto a su señor; pero Carlomagno reparó en los pobres (pauperes), y el deseo de asegurarse su participación en el servicio militar fue el impulso decisivo para una reforma atendiendo a la situación de los libres (liberi) y la extensión de sus tierras. Así, el soberano estableció que los dueños de 4 mansos o más, debían proveerse de casco, espada, lanza y escudo. Para los que no llegaban a 4 mansos, siendo considerados pauperes, se estipuló que, de entre esos hombres se alistara uno, equipado entre todos, y que el resto se encargara de su finca mientras estaba en campaña.

Por otra parte, los propietarios de 12 mansos o más, además del equipo mencionado, estaban obligados a llevar coraza* (Fleckenstein, 2006, p. 28). Sin embargo, al ser tan costoso dicho equipamiento, Carlomagno quiso reforzar con la concesión de tierras (beneficia) a los combatientes acorazados del contingente ecuestre. Ahora bien, los beneficiarios de un beneficium (más tarde, feudo) debían ser los primeros en partir (in primis), situarse en primera línea de combate y estar disponibles en cualquier momento. A la cabeza de estos ejércitos estaban los vasallos de la corona (vassi dominici), algunos de los cuales contaban con auténticos latifundios (desde 30 mansos hasta los que tenían más de 100 y 200 mansos).

De esta manera, Carlomagno puso el germen que uniría vasallaje y feudalismo en un proceso en el que el vasallaje fue extendiéndose, militarizándose y adquiriendo importancia gracias a la donación de feudos. Esto hizo que se fueran uniendo los conceptos miles (soldado) y vasallus hasta que, desde mediados del siglo IX, significaron lo mismo. Eran componentes de la militia que incluía nobles (nobiles) y ministeriales. Progresivamente, “milites (soldados) se fue asignando a los hombres que se situaban por debajo de los nobles, pero por encima de los campesinos, y más adelante, a mediados del siglo XI, denota su mejorada posición el hecho de que quedaran exentos de ciertos impuestos señoriales, como atestiguan algunos documentos de la época. En cualquier caso, el vasallaje tuvo un aumento imparable en todos los territorios del imperio carolingio, pero la extensión de los señoríos, que se servían de sus propios milites, desembocará en un grave problema social.

LA PAZ Y TREGUA DE DIOS

Con la disgregación del imperio carolingio se produjo una gran atomización del poder político que quedó en manos de los señores feudales. Ya con los últimos carolingios, la nobleza de Aquitania y de la Baja Borgoña se había desligado de la autoridad del rey y, aunque los normandos todavía la respetaban, los poderes regionales, que se evidenciaban por la presencia de sus castillos, fueron en aumento. Esto llevó a un desgobierno generalizado, caracterizado por los enfrentamientos entre los señores feudales, el saqueo y la violencia indiscriminada sobre la población. Ante la gravedad de la situación y la inoperancia de los reyes, la Iglesia tomó la iniciativa para limitar las consecuencias de las luchas entre linajes y proteger a los más indefensos de la sociedad.

A finales del siglo X, obispos y abades, apoyados por la alta aristocracia que quería restaurar el orden en sus zonas de influencia, instituyeron la Paz de Dios con resoluciones dirigidas a impedir los actos ilegítimos en las guerras privadas, los ataques de los milites a los inermes y a respetar las iglesias, el clero y sus siervos. Se trataba de reglamentar las acciones de la guerra, circunscribirla únicamente a los combatientes y proteger a la población desarmada (los no combatientes) y sus bienes. A partir del concilio de Elnes (1027), la Paz de Dios se amplió con la Tregua de Dios que incluyó la prohibición de portar arma y guerrear en algunos días determinados y, más tarde, en fechas y periodos más amplios como Navidad y Semana Santa.

 Los tres órdenes. Inicial adornada (siglo XIII)
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Sin embargo, los concilios y textos eclesiásticos dieron otra consecuencia fundamental a la sociedad medieval y es que, al subrayar la distinción entre gente armada y desarmada, se clasificó la población bajo la idea de que sólo se podía recuperar la estabilidad social si las funciones de cada grupo estaban bien definidas, creándose así el esquema tripartito: oratoreslaboratores bellatores

SERVIR Y PROTEGER

Puesto que la Paz y Tregua de Dios empezó a llegar a un punto en el que no era eficaz, la Iglesia asignó a los milites la protección de los débiles (especialmente viudas y huérfanos) y la defensa de los dos grupos sociales restantes, orientando así a los combatientes hacia causas justas como ejecutores de unas tareas reservadas sólo para ellos y de cuyo cumplimiento dependía la seguridad de la de la cristiandad. La Iglesia, no sólo consiguió limitar el uso de las armas y elaborar una ética guerrera estableciendo la diferenciación entre guerra justa e injusta, sino que abrió a aquel estamento un nuevo horizonte.

La función guerrera se moralizó y la guerra justa, dirigida a combatir a infieles y paganos, se sacralizó. Con la inserción de las virtudes cristianas en su cometido, se creaba la imagen del soldado al servicio de la Iglesia y de Dios. A partir de entonces, los milites, para salvar su alma manchada por los pecados de la sangre, la codicia y el robo, debían abandonar su militancia seglar, que iba en contra de la doctrina cristiana, (como habían revelado todas sus acciones pecadoras y perversas) y pasar a la militancia de Cristo. Con la proclamación de la Primera Cruzada en 1095, la Iglesia encauzaba el ardor bélico de los milites hacia un nuevo objetivo y los convertía en soldados de Cristo (milites Christi).

Además, junto a los escritos eclesiásticos, la literatura seglar influyó con modelos épico-cristianos en la formación de una ética caballeresca y con todo, otro factor jugó un papel fundamental.

UN NUEVO MÉTODO DE COMBATE

Hacia finales del siglo XI, la adopción de una nueva técnica de combate con la lanza significó un nuevo impulso para el estamento marcial.

En las batallas, la caballería pesada era utilizada como carga de choque y, junto al uso de las espuelas, del estribo y de un armazón de la silla más alto, entraba en juego la lanza. Esta arma se podía emplear de varias maneras dependiendo de cómo se sujetase, y era muy normal utilizarla como jabalina, pero la nueva táctica consistía en sujetarla fuertemente bajo un brazo y, dirigiéndola en posición horizontal, lanzarse a la carga con el cuerpo inclinado hacia delante muy pegado al animal. En definitiva, caballo, jinete y lanza formaban, unidos, un proyectil de una enorme potencia. No obstante, la necesidad de ejercitación con este método específico del combate a caballo llevó a la instauración del torneo como entrenamiento militarLos luchadores tenían la ocasión de poner en práctica diferentes estrategias de guerra y demostrar heroicas hazañas al público presente, puesto que los torneos eran, a su vez, reuniones aristocráticas y espectáculos magníficos de una gran popularidad

Los participantes debían proveerse de un equipo que implicaba un muy alto coste y que incluía la indumentaria, las armas, un caballo y un escudero. Todo ello significaba poseer grandes recursos o contar con la ayuda de un noble que ejerciera de benefactor, de manera que el simple hecho de participar en un torneo era en sí mismo un distintivo social. La construcción de un código de valores que les unía y las habilidades militares adquiridas hacían de ellos unos guerreros distintos del resto que luchaban a su lado en las contiendas, por lo que estos factores imprimirían la diferencia a esta élite guerrera cuyos miembros buscaban la fama y mención de sus proezas. La definición de “caballero” era ya una realidad. 


 NOTAS ACLARATORIAS Y DE AMPLIACIÓN

Sobre la coraza*: Se trataría de una loriga de cuero recubierta de piezas de metal o Brunia.

«Hasta mediados del siglo XI, [...la protección del guerrero, hasta el medio muslo, era la cota de escamas sobre la túnica de cuero o la cota de malla hecha de anillas de hierro entrelazadas». (Flori, Caballeros y caballería..., p. 105).

 En las Capitulares de Carlomagno: 
«Habeant loricas vel galeas et temporalem hostem, id est aestivo tempore»
En: "Capitulare Aquisgranense". Capitularia Regum Francorum, tomo I, nº 77 (813), art. 9, p. 171.

Sobre la reglamentación de los efectivos de guerra

«A mediados del siglo VIII, los vasallos deben ir al combate con el equipo completo, que se compone de un caballo, una loriga (lorica), de una coraza formada de escamas de hierro superpuestas y sujetas a un jubón, un escudo de madera, una lanza, una espada y un machete procedente del antiguo scramasax»(Flori, Caballeros y caballería..., p. 48).

«El movilizado debía presentarse en el centro de concentración provisto, bajo pena de multa, de una lanza, de un escudo, de un arco con una cuerda de recambio y de doce flechas. Los jefes de destacamento debían, además, llevar un casco y una loriga o una brunia, es decir, un sayo de cuero revestido de piezas de metal». (Halphen, p. 140).

Sobre los mansos: Eran fincas que formaban parte del dominio señorial, pero cedidas a familias campesinas. A cambio, debían abonar unas rentas en especie, en metálico o en jornadas de trabajo en la reserva señorial (corveas, sernas). Un manso englobaba la vivienda, las tierras de cultivo y los appendicia. Además, podía estar habitado por varias familias, pero aparecía como una unidad fiscal. 

Sobre el manejo de la lanza: El nuevo método consistía en la carga a lanza tendida (en posición horizontal fija). Esta nueva técnica se ve relacionada con las conquistas normandas en documentos de finales del siglo XI. También se ve representada en algunas escenas del tapiz de Bayeux (finales del siglo XI).

Sobre los torneos: El torneo era una pelea general entre grupos de guerreros ecuestres, un simulacro de batalla donde se podía ganar un buen botín. Los derrotados podían ser hechos prisioneros, perder sus caballos y tener que pagar un rescate. A partir del siglo XIV toman relieve las justas, que eran combates entre dos caballeros.

En precario: Concesión de tierras para la obtención de un usufructo, pero cuya propiedad era de la Iglesia en este caso.

Inermes: Sin armas. Desarmados.  

Ministeriales: Hombres no libres que pertenecían a la servidumbre doméstica del señor feudal (imperial o eclesiástico). Se les encomendaban las funciones más importantes de la casa, (chambelán, senescal, maestresala, etc.) además de supervisar las propiedades del señor. Su entrada en la militia, hacia el siglo XI, supuso un ascenso social y con el tiempo, obtuvieron feudos e importantes puestos en la administración y en el ejército. 

Milites casati: Vivían en su propia casa, en las tierras concedidas por el señor feudal, pero, en su deber vasallático, tenían que cumplir con el servicio de hueste destinado a dar apoyo (con sus propios vasallos) en las expediciones, algaras o cualquier otra operación militar de su sire. Era un servicio temporal. 

Milites castri o gregarii: Caballeros de mesnada o castellanía. Vivían en el castillo del señor. Eran su guardia personal y parte esencial de sus tropas en operaciones de represalia o intimidación. El lugar de estos milites en la sociedad dependía del prestigio, la riqueza y la generosidad (largesse) del sire, ya que de él dependía el equipamiento, además del alojamiento, la ropa y la alimentación de éstos.

Servicio mercenario: 1) Mercenarios que, a cambio de una paga, un salario o la promesa de una parte de las tierras o bienes que se obtuvieran de una expedición, se ponían a disposición de un señor. 2) Vasallos remunerados por un señor para que prolongaran por más tiempo su servicio. En cualquier caso, el servicio mercenario implicaba que cada uno se costeaba todo su equipo. 


BIBLIOGRAFÍA

Boretius, A. "Capitularia Regum Francorum". Monumenta Germaniae Historica (MGH), Hannover, Tomo I, 1883.

Fleckenstein, Josef. La caballería y el mundo caballeresco. Madrid: Siglo XXI, 2006.

Flori, Jean. La caballería. Madrid: Alianza Editorial, 2001.

Flori, Jean. Caballeros y caballería en la Edad Media. Barcelona: Paidós, 2001.

Halphen, Louis. Carlomagno y el imperio carolingio. Madrid: Akal, 1992.

Keen, Maurice. La caballería. Barcelona: Ariel, 1986.