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17 marzo 2024

EDUCACIÓN Y LETRADAS EN LA PENÍNSULA IBÉRICA

Cuando nos fijamos en el estudio de la mujer culta en el Medievo, se observa que muchos autores se centran en la historia de conocidas figuras bajomedievales como, por ejemplo, Leonor de Aquitania y su hija, María de Champaña, o Christine de Pizan. Sin embargo, podemos plantearnos si otras mujeres que se sitúan en la época más temprana del período medieval pudieron adquirir las mismas posibilidades: aprender a leer y escribir, estudiar las artes liberales* o dedicarse a la escritura o la enseñanza.

Sabemos que las aristócratas tenían más oportunidades, pero al margen de una educación dirigida a su clase social y la derivada de los textos sagrados, ¿qué mujeres de la Alta Edad Media estaban alfabetizadas?, ¿sólo lo fueron las pertenecientes a la nobleza?, ¿qué margen de actuación tenían las mujeres instruidas?
Para no hacerlo tan extenso como sería si ampliara mi texto a mujeres del conjunto europeo, en esta entrada me ceñiré al marco cronológico de los siglos V al X y territorialmente a la península ibérica.

ENSEÑANZA Y APRENDIZAJE

Con la caída del Imperio romano de Occidente también desaparecieron las antiguas escuelas municipales y las instituciones eclesiásticas se encargaron de la educación pública, siendo las escuelas parroquiales, episcopales y monásticas las posibilitadoras de un nivel básico de instrucción para la infancia.

Pierre le Mangeur dando clase
Miniatura de La Bible historiaux, s. XV
París, Biblioteca Mazarine. Ms. 313, f. 1r
Fuente: Biblissima

Los monasterios albergaban la cultura clásica y los textos sagrados eran transmitidos a niños y niñas** a los que enseñaban a leer y escribir, pero principalmente fueron para la mujer el lugar donde adquirir cultura, prestigio y libertad.

Muchas abadesas intercambiaron correspondencia con los grandes prelados de la Iglesia, escribieron hagiografías, comentarios de textos sagrados y tratados. Monjas y abadesas ejercieron de maestras, fueron bibliotecarias y copistas que multiplicaron los textos en sus scriptoria y alcanzaron un gran nivel cultural que les permitió estar a la altura de los obispos. 

EDUCACIÓN Y PODER

En los reinos germánicos, los jóvenes de la élite social eran enviados a las cortes reales para recibir educación militar y cultural. En la Hispania visigoda, el palatium de Toledo no sólo fue el lugar privilegiado para los varones de la aristocracia, sino también jóvenes damas residían y se educaban en la corte.

Las niñas de la nobleza debían aprender tanto las habilidades de costura y bordado como las letras, y para esto último podían estar a cargo de un preceptor en sus casas. No obstante, lo más usual era enviarlas a los monasterios donde les enseñaban a leer y escribir, pero también podían recibir clases de música, aritmética y otras disciplinas de las artes liberales. Muchas de ellas continuarían su vida en el monasterio, pero las jóvenes que quisieran casarse y volver al mundo seglar podían hacerlo.

No fueron pocas las mujeres de noble cuna que encargaron y financiaron la copia de libros y la redacción de nuevas obras, porque además, poseían bibliotecas, solicitaban libros, dedicaban gran parte de tiempo a la lectura y muchas de ellas, a la escritura de poesía, cartas y tratados. Asimismo sabemos que las mujeres que permanecieron en el siglo fueron las transmisoras de la educación de sus hijos a través de los escritos conocidos como speculum, y algunas encargaron la realización de crónicas históricas para enaltecer su linaje.

El activo papel que tuvieron las reinas fue decisivo para los destinos de los reinos bárbaros. Los lazos matrimoniales con mujeres de noble estirpe hacían posible la entronización de reyes y algunas reinas consortes se convertían en auténticas reinas de facto.

Muchas nobles hispanorromanas y godas proporcionaron apoyo económico y militar a sus maridos, y distintas monarcas impusieron la autoridad real y mantuvieron su posición mediante redes clientelares. Intercambiaban cartas con grandes personalidades de la época, intervenían en las finanzas y en las luchas de poder, promovían pactos matrimoniales, ejercían el patronazgo, hacían donaciones y estaban presentes en las negociaciones de los magnates.

Sabemos, por tanto, pese a la escasez de fuentes y en las que apenas son nombradas o de forma muy somera, incluso por referencias indirectas en ocasiones, que las aristócratas altomedievales fueron instruidas y encontramos varios ejemplos de ello, en este caso, en la península ibérica.


GOSVINTA, GALSVINTA Y BRUNEQUILDA

Una de las reinas visigodas de mayor protagonismo político fue Gosvinta, que mantuvo su influencia a lo largo de tres reinados sucesivos, incluso durante el de Recaredo (contra quien conspiró), hasta que la reina murió en el año 589.
Su primer marido fue Atanagildo (rey entre 554-567), con quien tuvo dos hijas: Galsvinta y Brunequilda.

Brunequilda
Les Françaises illustres, 1893
Fuente: Google Libros
Brunequilda
(ca. 550-613) nació y se educó en Toledo (capital del reino visigodo desde Atanagildo), pero fue enviada a Metz para casarse con Sigeberto I, por lo que se convirtió en reina de Austrasia y actuó de regente en Austrasia y Borgoña. Al igual que su madre y su hermana, había recibido una buena formación en la corte toledana, pero se distinguió por ser protectora de las artes y las letras.

Por la descripción de Gregorio de Tours en su Historia Francorum y los versos laudatorios dirigidos a Brunequilda por el poeta y obispo de Poitiers, Venancio Fortunato, conocemos acerca de los rasgos que eran admirados en princesas y reinas, y una buena formación cultural era algo que se esperaba de ellas por el nivel de su cargo, además de determinadas actitudes como la caridad y la piedad religiosa.


BADDO

La conversión de Recaredo
Antonio Muñoz Degrain, 1888
Dominio público: Wikimedia Commons 

Baddo fue esposa de Recaredo (rey entre 586-601) y aunque ella no era de origen noble se casaron y fue reina de los godos. Participó en el III Concilio de Toledo (589) y firmó junto a su esposo las actas conciliares donde figuraba como Gloriosa regina.





BENEDICTA

A mediados del siglo VII se desarrolla la historia de Benedicta. Una joven hispanorromana de origen noble que estaba prometida a un gardingo de la corte real donde ella también residía, pero huyó a Cádiz y allí se puso en contacto con el obispo de Braga, Fructuoso, quien la formó como abadesa y la instruyó en las Sagradas Escrituras mediante el intercambio epistolar, lo que nos indica que, obviamente, sabía leer y escribir.

DHUODA

Entre los años 841-843 Dhuoda escribió un manual formativo para su primogénito Guillermo. Esta obra nos permitió conocer mejor el papel de la mujer de la nobleza carolingia, el nivel educativo y los conocimientos que tenía esta noble sobre textos sagrados y laicos.


LEODEGUNDIA

Boda medieval
Miniatura de Niccolò da Bologna, 1350
Dominio público: Wikimedia Commons

Leodegundia
fue hija del rey Ordoño I de Asturias (850-866) y con motivo de su boda a mediados del siglo IX con un príncipe de Pamplona se compuso en su honor un epitalamio, es decir, un poema con notación musical o himno nupcial.
El poema ensalza a esta joven de estirpe real, dejando patente las cualidades intelectuales, morales y religiosas que se atribuían a las princesas y reinas de la época. Se trataba de una mujer instruida en las letras sagradas y profanas que, como otras nobles, sabía latín en su forma culta, y cuya erudición y caridad se añadían a su belleza física.


MUMADONA DÍAZ

Mumadona Díaz (c.900–968) fue una condesa de la Gallaecia que fundó el monasterio de Guimarâes en el 950 y enriqueció su biblioteca con la donación de numerosos libros tanto litúrgicos como no litúrgicos y textos de los padres de la Iglesia.

LA MUJER CULTA DE AL-ÁNDALUS

Los diccionarios biográficos son un género característico de la literatura árabe que recoge las biografías y obras de los hombres sabios de la sociedad musulmana, los ulemas, que se dedicaban a las ciencias religiosas y profanas. No obstante, en estos diccionarios se incluyen las biografías de algunas mujeres de relevancia social, mencionadas fundamentalmente por sus vínculos de parentesco, ya fueran familiares de ulemas, de familias reinantes (hijas de califas, etc.) o porque pertenecieran de otro modo a la corte como las esclavas.

Las niñas de familias distinguidas crecían en entornos donde predominaba la dedicación al estudio, puesto que los ulemas eran jueces, notarios, predicadores en las mezquitas, funcionarios de la administración, etc. Por lo tanto y si así lo consideraban los hombres, algunas jóvenes recibían su formación de los varones de su entorno familiar. La mujer no podía relacionarse con otros maestros ni acudir a las clases públicas impartidas en las mezquitas, mientras que un varón que quisiera formarse ampliamente podía viajar a distintas ciudades y países a escuchar a otros maestros, así como culminar sus estudios peregrinando a la Meca.

Las mujeres libres se dedicaron tanto a las ciencias profanas, es decir, gramática, caligrafía, poesía, medicina, etc., como a las ciencias religiosas que englobaban el estudio del Corán, jurisprudencia y todo lo que tuviera que ver con la ley islámica.

En el harén
Juan Giménez Martín, ca. 1895
Dominio público: Wikimedia Commons

Las esclavas se dedicaban sobre todo a la composición poética, pero también al estudio de la lengua árabe, a las funciones de katiba (secretaria al servicio de su señor o señora) y muchas eran especializadas en caligrafía. Las poetisas y cantoras fueron numerosas porque eran educadas para el entretenimiento de los hombres en los salones palaciegos y las grandes mansiones, cantando, recitando o improvisando poemas.

Muy pocas mujeres se dedicaron a la enseñanza y menor aún fue el número de discípulas de mujeres. En cambio, sí podían recibir lecciones de doctos hombres que no fueran familiares suyos, pero siempre acompañadas de un pariente o detrás de una cortina.

HASSANA AL-TAMIMIYYA

Hassana al-Tamimiyya fue una poeta del siglo VIII nacida en Elvira (Granada), descendiente de un reconocido panegirista andalusí. De ella se conservan tres poemas que dirigió a los emires al-Hakam I (796-822) y Abd al-Rahman II (822-852), dos de ellos pidiéndoles ayuda después de que el gobernador de Elvira no reconociera un mandato de al-Hakam I por el que quedaba exenta del pago de unos impuestos sobre sus tierras. Una vez resuelto el caso por Abd al-Rahman II, Hassana le envió otro poema, esta vez de agradecimiento al emir por su intervención y justicia.

UMM AL-HASAN BINT SULAYMĀN

La historia de esta mujer es toda una excepción porque estudió con un ulema ajeno a la familia y viajó a la Meca dos veces, algo que aprovechó para continuar sus estudios de hadiz y jurisprudencia (fiqh), aunque se destaca que otras seis mujeres de su familia también hicieron la peregrinación.

Umm al-Ḥasan bint Sulaymān pertenecía a una tribu bereber que llevaba tiempo asentada en al-Ándalus y que, al igual que otras tribus bereberes, estaba bastante arabizada. De ella se ha destacado su ascetismo y su talento intelectual, además del hecho de acudir a tomar clases una vez por semana en casa de un prestigioso alfaquí de al-Ándalus, Baqi b. Majlad (ca. 816-889), quien la recibía en solitario para que no se relacionara con otros alumnos.

FADL, ALAM Y QALAM

El califato de Córdoba en tiempos de Abderramán III
Dionisio Baixeras Verdaguer, 1885
Dominio público: Wikimedia Commons
Fadl, Alam y Qalam (s. IX) se educaron en Medina, pero fueron trasladadas a al-Ándalus como esclavas cantoras. Fueron compradas para Abd al-Rahman II (822-852) junto a otras mujeres y trasladadas al alcázar de Córdoba donde, además de cantoras, fueron especialistas en gramática, literatura árabe, retórica y poesía. 
Qalam era de origen norte peninsular (vasca o navarra), pero había sido raptada de joven durante una incursión y enviada a Medina donde fue obligada a estudiar poesía árabe, canto, danza y caligrafía.

LUBNA DE CÓRDOBA

Lubna de Córdoba (siglo X) se distinguió por sus conocimientos en varios ámbitos. Además de ser buena calígrafa y poetisa entendida en gramática y métrica árabe, sabía matemáticas. Fue esclava y katiba de al-Hakam II (961-976), dirigió la biblioteca califal de Córdoba e impulsó la creación de la biblioteca de Medina Azahara junto a un erudito judío. Se encargó de buscar nuevos libros viajando a otras ciudades del mundo islámico y de copiar y comentar manuscritos. Murió en el 984 o 986.

RAYHANA

El almocrí*** Abu Amr al-Dani (981-1053) tuvo como discípula en su residencia de Almería a Rayhana, que estudiaba el Corán separada de su maestro por una cortina, mientras éste le indicaba las pausas con una varita. Ella le solicitó licencia para enseñar (iyaza), pero él no se la concedió, sin embargo, Rayhana continuó estudiando hasta que la consiguió.


Notas:

*Artes liberales:
    Trivium: gramática, retórica y dialéctica/lógica.
    Quadrivium: aritmética, geometría, música y astronomía.

**Los monasterios también acogían oblatos, que eran niños y niñas donados a la Iglesia, procedentes de familias nobles (que los ofrecían como exvoto) o pobres que se aseguraban de que el niño/a fuera alimentado, vestido y educado, y tuviera, en definitiva, unas buenas condiciones de vida.

***Lector del Corán en las mezquitas.

Bibliografía y recursos:

Ávila, María Luisa. “Las mujeres sabias en al-Andalus”. La mujer en al-Andalus: reflejos históricos de su actividad y categorías sociales. Ed. Mª J. Viguera. Madrid, Sevilla, Universidad Autónoma de Madrid, Editoriales Andaluzas Unidas, 1989, pp. 139-184. Disponible en: <http://hdl.handle.net/10261/14481>

Calado, Luciana; Costa, Claudia (org.). Vozes de mulheres da Idade Média. João Pessoa: Editora UFPB, 2018. Disponible en: <http://www.editora.ufpb.br/sistema/press5/index.php/UFPB/catalog/book/464>

Duby, Georges; Perrot, Michelle (dir.) Historia de las mujeres: La Edad Media. Barcelona: Taurus, 2006, v. 2.

Felipe, Helena de. "Doblemente invisibles: mujeres bereberes en al-Andalus". eHumanista: Journal of Iberian Studies, 2020, 45, pp. 213-227.

Ferrer Valero, Sandra. Mujeres silenciadas en la Edad Media. Madrid: Punto de Vista Editores, 2019.

Isla Frez, Amancio. “Reinas de los godos”. Hispania, 64(217), 2004, pp. 409–433.

Real Academia de la Historia. Diccionario Biográfico Español, [en línea]. Disponible en: <https://dbe.rah.es>

Sánchez Prieto, Ana Belén. "Dónde aprender a leer y escribir en el año mil". Anuario de Estudios Medievales2010, 40(1), pp. 3-34.

Sánchez Prieto, Ana Belén. "La educación de la mujer antes del año 1000. ¿Es Dhuoda un caso único?", Educación XX1, Revistas UNED, Madrid: Facultad de Educación, 2010, 13(2), pp. 69-94.

Soto Chica, José. “Un reino por dentro: ejército, legislación, administración, economía, sociedad y cultura”. Los visigodos: hijos de un dios furioso. Madrid: Desperta Ferro Ediciones, 2021, pp. 438-450.
 
Ubieto Arteta, Antonio. “El matrimonio de la reina Leodegundia”. Medievalista (10), 1992, pp. 451-454.

Wade Labarge, Margaret. La mujer en la Edad Media. San Sebastián: Nerea, 2003.

17 marzo 2023

DHUODA

  VIDA Y CONTEXTO HISTÓRICO

Duoda fue una culta aristócrata, de cuya vida, y pese a estar relacionada con la dinastía carolingia, sólo sabemos los datos que ella misma aportó en su obra.

Nació a principios del siglo IX en el seno de una familia de la alta nobleza, quizás en el norte del Imperio carolingio (ya que su lengua materna era germánica). El 29 de junio del 824 se casó, en la capilla palatina de Aquisgrán, con Bernardo de Septimania,* que era sobrino segundo de Carlomagno.

Territorios de Bernardo de Septimania (835-844)
Imagen: Ahnode. Bajo licencia: CC BY-SA 3.0

El rey Luis el Piadoso confió a Bernardo el cuidado de la Marca Hispánica, siendo responsable de los condados de Barcelona, Gerona, Ampurias y Rosellón, además de la Septimania, pero se vio inmerso en las rivalidades desatadas entre los descendientes de Carlomagno. En el año 826 fue nombrado por primera vez conde de Barcelona, hasta el 832, y fue asimismo conde de Tolosa (835-844) y de Narbona (828-844).

Así, Duoda era duquesa de Septimania y condesa de Barcelona, Gerona, Ampurias y Rosellón, y acompañó durante algún tiempo a Bernardo en sus viajes de gobierno y expediciones militares hasta que éste, por motivos que desconocemos, la obligó a quedarse en el castillo de Uzès (Provenza). Desde allí Duoda sufragaba los gastos militares de su marido, para lo cual tuvo que pedir algunos préstamos de dinero. Mientras tanto, algunos enemigos de Bernardo expandieron el rumor de que tenía de amante a Judith de Baviera, la segunda esposa de Luis I el Piadoso. La acusación de adulterio le costó el exilio y la destitución de los cargos, pero tras la propuesta de un duelo judicial,** fue nombrado de nuevo conde de Barcelona (en el 835).

En Uzès, Duoda dio a luz a su primogénito Guillermo, el 29 de noviembre del 826. Ya en junio del año 840, después de la muerte del rey Luis el Piadoso, Bernardo fue a visitar a Duoda y volvió a dejarla embarazada. Su segundo hijo nació el 22 de marzo de 841. Poco más tarde, tras la derrota en la batalla de Fontenoy-en-Puisaye, el 25 de junio del 841, en la que Bernardo había participado en el bando de Lotario I y Pipino II de Aquitania contra las fuerzas de Carlos el Calvo y Luis el Germánico, Bernardo envió a su hijo Guillermo, que cumpliría quince años, a la corte de Carlos el Calvo, como muestra de lealtad hacia el monarca. En cuanto a su segundo hijo, y sin todavía haber recibido el bautismo, mandó que lo llevaran a Aquitania para tenerlo bajo su custodia. De esta forma, Duoda se vio separada de sus dos hijos, pero, queriendo continuar el ejercicio de la maternidad y el vínculo con su primogénito, se puso a escribir para él.

EL LIBER MANUALIS

Al poco de serle arrebatado su segundo hijo, Duoda decidió escribir un tratado educativo para su hijo Guillermo con consejos morales y prácticos que le guiasen y ayudasen en su vida, incluyendo referencias que evidencian un buen conocimiento de la Biblia, la patrística y la literatura clásica. Sin duda, esta introspectiva y emotiva obra muestra a la propia Duoda, que plasma reflexiones sobre sí misma, su marido y sus hijos, revelando sus sentimientos, preocupaciones y esperanzas, a la vez que refleja la significación de la maternidad y la utilización política de la misma. Además, nos muestra aspectos del contexto político, ideológico y cultural de la nobleza carolingia, y nos permite conocer las estrategias y relaciones familiares. Especialmente, nos lleva a reflexionar sobre el papel de las mujeres en la nobleza de la época.

Liber ManualisBiblioteca Carré d'Art. Nimes. Ms. 393, fols. 26v-27r

Sabemos que el libro lo empezó el 30 de noviembre de 841 y quedó acabado el 2 de febrero del 843 porque ella misma anotó las fechas en el texto. En cuanto a la lengua que empleó, lo hizo en un latín poco ortodoxo y convencional. Se trata de un estilo muy personal, que no se atiene a las normas y la rigurosidad del latín clásico. Esto se ha visto como la manera que tuvo al esforzarse por decir las cosas buscando expresar la profundidad de sus sentimientos, su realidad, sus valores y sus pensamientos.

Tras una gran cantidad de preámbulos, establece una tabla de contenidos donde enumera y nombra cada capítulo de los 73 que tiene, y después de los varios prolegómenos preparatorios para el texto que su hijo va a leer, por fin, en el primer capítulo empieza la parte discursiva del libro. 

Duoda escribe, en primer lugar, como madre que quiere que sus hijos sean felices; también como madre de hijos varones, con el deseo de que alcancen la gloria militar; y como noble, transmitiendo unas responsabilidades de clase que implican la lealtad al linaje y el esfuerzo por conservar sus privilegios. Pero si algo destaca en el texto desde el principio es la manifestación de su soledad y angustia por la separación:

Sabiendo que la mayoría de madres del mundo disfruta de la compañía de sus hijos y viéndome yo, Duoda, apartada de ti, Guillermo, hijo mío, por ello, angustiada y deseosa de ser útil, te envío este opúsculo escrito para que lo leas y sirva para tu formación a modo de espejo, contenta de que, aunque yo esté físicamente ausente, la presencia de este libro te haga reflexionar, al leerlo, en lo que debes hacer por mí.

(Dronke, 1995, p. 67)

Sobre todo desea transmitir a Guillermo algo que no le puede dar ningún otro libro. El tratado que ella le ofrece es especial porque explica específicamente lo que será mejor para él, con la legitimación que le otorga el hecho de ser su madre y con la intención de que le sea útil en el ámbito temporal y en el espiritual:

Aunque cada vez tengas más libros, ojalá te plaza leer a menudo mi opúsculo y, con la ayuda de Dios omnipotente, seas capaz de sacarle provecho. En él encontrarás resumido todo lo que desees aprender; encontrarás también aquí un espejo en el que podrás examinar sin titubeos el estado de tu alma, de manera que puedas complacer no sólo al mundo, sino también en todo a Quien te modeló a partir del barro, lo cual te es del todo necesario, Guillermo, hijo mío, para que en ambos casos actúes de modo que puedas serle útil al mundo y, a la vez, puedas satisfacer a Dios en todo.

(Dronke, p. 68)

Duoda expone, por tanto, una ética que debe servirle doblemente: para lo mundano y lo divino; para el servicio a Dios y el servicio a los hombres, en su comportamiento y sus acciones. Está convencida de que una conducta noble, cumpliendo con la devoción cristiana, le traerá la felicidad terrenal y la salvación eterna. Por todo ello, debía ser siempre generoso, prudente, justo y caritativo, guiándose por una moral de paz y justicia:

[…] Es mejor un hombre paciente que un hombre fuerte, quien pacientemente domina su alma en todos los aspectos supera al conquistador de ciudades […]

Yo tu consejera Duoda, hijo Guillermo, quiero que, creciendo pacientemente en las santas virtudes entre todos los soldados, seas siempre reacio a hablar y reacio a la ira. 

(Vinyoles, 2005, p. 19)

Es evidente que quería inclinarlo hacia la paz con tal de que tuviera una vida larga y feliz. Le encomendó que rezara para que sus enemigos (y también su padre) optaran por la paz.

Por otra parte, quería mostrar al hijo el orgullo del linaje y la debida fidelidad a su progenitor; por ello, en caso de conflicto entre la lealtad hacia el padre o hacia el rey Carlos, la primera debía tener preferencia.

Con respecto al manejo de las relaciones humanas, le instaba a combinar los valores cristianos con la habilidad que debía tener un noble en el trato con la gente. Así, Guillermo debía practicar la caridad, amar al prójimo, servirlo y honrarlo sea cual fuere su categoría, amoldándose a la gente de condición inferior. En relación a esto, sobresalen unos versos donde presenta a su hijo los ideales que debía observar:

Ayuda a menudo a viudas y a huérfanos, / da de comer generosamente a los desconocidos, / otorga tu hospitalidad; a los desnudos, dales ropas/ con tus manos.

En los pleitos sé juez justo y cabal, / no aceptes presentes de mano alguna, / no oprimas a nadie: por ello el Benefactor/ te recompensará.

Generoso en tus dádivas, siempre alerta y prudente, / esforzándote amablemente por ser acorde con todos, / alegre de corazón: todo ello tu rostro/ reflejará.

(Dronke, p. 76)

Estas palabras recogen algunos de los rasgos que caracterizarán al caballero cortés y al miles christianus de siglos posteriores. Su deber era ayudar y proteger a los indefensos y a los débiles, así como ser generoso en sus dádivas y amable con todos los seres humanos. Como apunta Peter Dronke, es el origen de este noble comportamiento lo que nos conduce al mundo de los valores corteses que se asocian con una época más tardía. (Dronke, p.76).

No obstante, a lo largo del manuscrito, el sufrimiento por no saber si volverá a ver a Guillermo se hace eco:

Aunque me afligen multitud de preocupaciones, la única que destaca entre ellas es la de que algún día, si Dios quiere y es la voluntad del Señor, pueda ver qué aspecto tienes. […] 

(Dronke, p. 78)

Asimismo, expone otras preocupaciones que dejan patente su honradez, como la liquidación de las deudas:

En auxilio de mi dueño y señor, Bernardo, y para que mi servicio en la Marca y en muchos otros lugares no se resintiese, ni se separase él de mí, como suelen hacer otros, reconozco que me he cargado de deudas. Para hacer frente a sus muchas necesidades, he tenido que pedir prestadas grandes sumas no sólo a cristianos sino también a judíos.

He devuelto lo que he podido, y siempre que pueda, seguiré devolviéndolo. Pero si después de morir yo quedase alguna deuda por saldar, te pido y te ruego que tú mismo te enteres, con toda diligencia, de quiénes son mis acreedores. Cuando los hayas encontrado, procura que se les pague todo, no sólo con mis propiedades, si algo ha quedado, sino también con las tuyas, las que poseas o, con la ayuda de Dios, justamente obtengas.

(Dronke, pp. 84-85)

Al final del libro, Duoda incluye una lista de nombres de familiares vivos y muertos por quienes Guillermo debía rezar, y le pide que, al morir ella, graben en su tumba el epitafio en verso que ella misma ha compuesto.

DESENLACE

Es conmovedor ver cómo Duoda, preocupada por el futuro terrenal y espiritual de los suyos, encargó a Guillermo que rezara por todos ellos, que cuidara de su padre en la vejez y que hiciera lo que pudiera por su hermano pequeño.

Reparto del Imperio por el Tratado de Verdún (843)
Imagen bajo licencia CC BY-SA 4.0 En: Wikimedia Commons

En realidad, Bernardo no aceptó la resolución del Tratado de Verdún del año 843 firmado entre Lotario I, Luis el Germánico y Carlos el Calvo. Invadió Aquitania y se hizo fuerte en Tolosa, pero allí fue hecho prisionero, acusado de traición y decapitado por orden del rey Carlos el Calvo en el 844.

Muerto Bernardo, Guillermo se alzó en armas contra Carlos el Calvo y recuperó los condados de Barcelona, Gerona y Osona, de los que su padre era conde en el momento de su ejecución. Para ello, contó con apoyo militar dentro de los condados y también con la ayuda de soldados musulmanes enviados por el emir Abd al Rahman II,*** bajo el mando de los gobernadores de Tortosa y Zaragoza.

Guillermo gobernó los condados durante dos años hasta que las fuerzas francas asediaron Barcelona y le derrotaron. Fue condenado a muerte y decapitado en el año 850. Tenía 24 años.

En cuanto al segundo hijo de Duoda y Bernardo, sabemos que se llamó como el padre y que sobrevivió a los acontecimientos, aunque se desconoce realmente quién fue posteriormente.

Una vez acabado su libro, no se sabe nada más de Duoda. No sabemos si su epitafio llegó a ser esculpido o si supo que su hijo mayor había muerto, pero según algunos estudiosos, parece ser que murió antes de que Guillermo fuera ejecutado.


Notas:

*El padre de Bernardo era Guillermo I de Tolosa, primo hermano de Carlomagno.

**Cuando Bernardo desafió a sus enemigos a mantener esa acusación en combate singular contra él, ninguno se atrevió. (Dronke, p. 64).

***Según los textos musulmanes, el emir, con la ayuda otorgada a Guillermo, pretendía sembrar la discordia en los condados de la Marca entre los partidarios de Carlos el Calvo y los opositores. (Vinyoles, p. 21). 

Artículo relacionado: Educación y letradas en la península ibérica


Bibliografía

Bondurand, Édouard. L'éducation carolingienne: Le Manuel de Dhuoda. París, 1887.

Dronke, Peter. "Duoda"Las escritoras de la Edad Media. Madrid: Crítica, 1995, pp. 62-85.

Neel, Carol. Handbook for William: a Caroligian woman's counsel for her son. Washington D.C.: The Catholic University of America Press, 1999.

Rivera Garretas, María Milagros. "Dhuoda: La maternidad". Textos y espacios de mujeres. (Europa, siglos IV-XV). Barcelona: Icaria, 1990, pp. 65-79.

Vinyoles Vidal, Teresa. Història de les dones a la Catalunya medieval. Barcelona: Eumo, 2005, pp. 16-22.

Wade Labarge, Margaret. “Las precursoras”. La mujer en la Edad Media. San Sebastián: Nerea, 2003, pp. 19-36.