Mostrando entradas con la etiqueta Alta Edad Media. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Alta Edad Media. Mostrar todas las entradas

30 octubre 2024

PASADO Y PRESENTE DE TORRE SALVANA (1ª PARTE)

Torre Salvana
Imagen: Amadalvarez (2011), bajo licencia: CC BY-SA 3.0

Consideraciones previas:
  • Realizo este texto con fines divulgativos.
  • He mantenido en catalán los nombres de los condes y de algunas localidades, y he cambiado de “Salbana” a “Salvana” porque así figura en el escudo nobiliario.
  • Para ver mejor cualquier imagen, clica encima de ella.

EL INFIERNO DE UN CASTILLO

En esta ocasión quiero hablar de un conjunto arquitectónico que es conocido a través de todos los medios de comunicación por los supuestos fenómenos paranormales que allí suceden, algo que ha llevado en los últimos tiempos a un aumento imparable de visitas al denominado “castillo del infierno”. Sin embargo, me quiero referir a una problemática muy distinta que plantea este patrimonio, ya que su futuro es muy preocupante. 

Este inmueble se creó a partir de su elemento más antiguo que es la torre. Se trata de una torre románica con una casa adosada que se encuentra en estado de ruina y, aunque la torre cilíndrica se mantiene, todo el conjunto se desmoronará si continúa sin hacerse una rehabilitaciónAnte esta situación nos podemos preguntar: ¿Qué propuestas se han hecho últimamente para recuperar este elemento histórico? ¿Qué protección tiene realmente un Bien de Interés Cultural (BIC)? ¿Quiénes son los responsables de su abandono y por qué no se ha frenado su degradación?

LOCALIZACIÓN

Comarca del Baix Llobregat (Barcelona)
Imagen: Tschubby, CC BY-SA 3.0 
El monumento se encuentra en una comarca de Barcelona que toma su nombre del río Llobregat, el cual nace en la Sierra del Cadí y desemboca en el mar Mediterráneo. La comarca se denomina “Baix Llobregat” (Bajo Llobregat), que abarca desde la desembocadura del río hasta la montaña de Montserrat, está integrada por 30 municipios y cuenta con numerosas zonas industrializadas y con el Parque Agrario del Bajo Llobregat (Parc Agrari del Baix Llobregat).

En cuanto a la ubicación exacta de Torre Salvana, la hallamos en una localidad del Baix Llobregat llamada “Colònia Güell”, conocida por su patrimonio modernista, que incluye la cripta-iglesia de Gaudí y su conjunto industrial de finales del XIX. Esta localidad pertenece a un municipio llamado “Santa Coloma de Cervelló”.
Situada en un suave promontorio, sobre una terraza fluvial, pues se ubica en el margen derecho del Llobregat, Torre Salvana goza de unas excelentes vistas sobre el valle divisando los cultivos, y su situación estratégica responde a un temprano pasado medieval.

EN EL PASADO

Península ibérica, principios s. X
Imagen: Crates, CC BY-SA 4.0 
La Marca Hispánica era un territorio fronterizo defensivo en el extremo nordeste de la Península Ibérica que los carolingios utilizaban para repeler los ataques musulmanes de al-Ándalus al suroeste de su imperio. Esta Marca estaba dividida en varios distritos administrativos denominados condados y al frente de cada uno de ellos había un conde dependiente del reino franco
En el año 801 Barcelona fue conquistada por las tropas de Luis el Piadoso y Guillermo de Tolosa, convirtiéndose en el centro del condado de Barcelona, pero el territorio del Baix Llobregat era el camino de acceso a la ciudad condal desde cualquier punto del sur peninsular así como a Francia, por lo que era indispensable dominar la llanura inmediata, el valle del Llobregat, donde el río se convirtió en línea de frontera.

LA FRONTERA DEL RÍO LLOBREGAT

Condados de la Marca Hispánica s. VIII-XII
Imagen: Nekto. Bajo licencia CC BY-SA 3.0

Una vez conquistada la ciudad por los carolingios, los musulmanes huyeron de Barcelona, pero se reorganizaron al otro lado del río, refugiándose en antiguas construcciones y edificando otras nuevas con el objetivo de atacar la ciudad y los cultivos del valle circundante. Su propósito era hostilizar e impedir todo lo posible el comercio y aprovisionamiento de la ciudad. 

Sin embargo, el conde Guifré I de Barcelona (el Velloso) y sus hijos, Guifré II Borrell y Sunyer I, consiguieron ocupar las fortalezas que había en manos sarracenas al mismo tiempo que erigían castillos y torres defensivas a ambos lados del Llobregat.

Entre finales del siglo IX y principios del X, se produce la conquista definitiva del margen derecho del río, obteniendo el dominio del valle del Llobregat y de sus vías de comunicación con la ciudad condal. Lo siguiente era repoblar el territorio.

LA BARONÍA DE CERVELLÓ

Ruinas del castillo de Cervelló
Construido en el siglo IX
Foto: Crónicas de Gea

Ya a principios del siglo X, el conde Guifré II Borrell residía en el castillo de Cervelló, donde organizó la repoblación del valle con la ayuda del obispo de Barcelona, Teuderico. Pero a finales de siglo, en el 985, el devastador ataque de Almanzor a Barcelona hizo que se construyeran nuevas fortificaciones, se rehicieran las de las marcas y se acelerara el proceso de feudalizaciónEn este contexto se produce la venta del castillo de Cervelló, en el año 992, por parte de los condes hermanos Ramon Borrell y Ermengol a Ènyec Bonfill (cuyo padre era sobrino del conde Guifré I), pasando a dominar un amplísimo territorio a la derecha del río. De esta manera, Bonfill se convertía en el primer señor de una de las grandes baronías del Baix Llobregat¹.


Vista del conjunto, año 1964
Autor: Pere Català i Roca
Bonfill, junto con el castillo, adquiría todos los derechos y poderes vinculados al mismo, todo el conjunto de territorios que dominaba y todo lo que se incluía en sus lindes: iglesias, torres, masías, viñas y alodios con bosques y encinas, montañas y colinas, prados y pastos, ríos y fuentes, huertos y árboles frutales, molinos y acequias. Es entonces cuando se hace referencia a la torre que después conoceremos como Salvana, ya que, en el documento de venta, la torre es citada como turre de Eles al mencionar los límites meridionales del castillo:

in termine de Erapruniano vel in termine de ipso Lauro et pergit iusta ipsa turre de Eles et pervenit usque in flumine Lubrigado”. 

“en el término de Eramprunyà y en el término del Llor y llega hasta la torre de Eles, volviendo al río Llobregat”.

DESCRIPCIÓN Y ANTECEDENTES

Puerta de acceso a la torre, año 1962
Autor: Pere Català i Roca
Torre Salvana está formada por una serie de elementos arquitectónicos que en su conjunto tienen la consideración de castillo.
Se trata de una torre románica de planta circular con un diámetro total de 7,80 m. Sus paredes tienen un grosor en la base de 1,90 m. y mide 23 metros de altura hasta su coronamiento. En el interior se observa que había 3 niveles de separación, señalados por la diferente coloración y los huecos que quedaron de las vigas en las paredes. En cuanto a su datación, la historiadora Pagès i Paretas le ha atribuido el siglo XI por su similitud con otras torres de la misma época². 

En el segundo piso se abre la antigua puerta de arco de medio punto, aunque siglos más tarde se abrió otra puerta más grande de medio punto en la parte de abajo.
Ventana doble ajimezada
Foto: Crónicas de Gea
En el exterior de la torre se observan varias aspilleras, una ventana doble
ajimezada, otra más pequeña de medio punto sobre ella y un reloj de sol de pared. La torre está coronada por una falsa barbacana almenada, sostenida por unos arcos con canecillos que la rodean.

A la torre se adosó una masía que se fue ampliando y modificando con el tiempo, con varias dependencias en torno a un patio cuadrado, quedando la torre en el ángulo sur del recinto. La historiadora Montserrat Pagès i Paretas ha sostenido que algunas partes de los muros de la casa podrían ser románicas e incluso prerrománica una zona del paramento por su forma de opus spicatum, quizás un resto de la primitiva torre de Eles (Pagès, p. 422). Ya en el siglo XIX se efectuó una restauración historicista con elementos medievalizantes. 

Escudo de los Salvana
Foto: Crónicas de Gea

El conjunto fue rodeado por un muro bajo donde encontramos el acceso al castillo con una puerta doble de forja inserta en un arco apuntado y dos garitas con aspilleras que flanquean la entrada. En una fachada de la torre cuadrada se destaca el escudo de la familia Salvana.

Como hemos visto anteriormente, la torre era conocida con el nombre de Eles, seguramente un antropónimo, pero más adelante se conocería como torre de Sacort.

La torre de Sacort pasó a la familia Salvana (Salbana) por matrimonio, ya que a mediados del siglo XVI se casaron Elisabet-Joana de Montmany (señora de la torre de Sacort) y Pere de Salbà i Escarit, (señor de Salbà). Con este Salbà se producía el cambio del topónimo de Sacort a Salvana, como la conocemos hoy (aunque se escribía Çalbana). Estuvo en manos de esta familia hasta el siglo XVIII, ya que por el casamiento de una descendiente de los Salbà con Josep Galceran de Pinós, pasó a los marqueses de la Manresana y de Santa Maria de Barberà.

Huellas de un fuego (interior de la casa)
Foto: Crónicas de Gea
Parece ser que la casa quedó deshabitada a mediados de los años 70 del siglo XX. A finales de los años 80 hubo un incendio y tras años de abandono y vandalismo, todo el conjunto se encuentra en un estado de alarmante deterioro.




EVOLUCIÓN (SIGLOS XX - XXI)


1962
Autor: Pere Català i Roca
Fuente: Patrimoni Arquitectònic
1993
Autor: Jordi Contijoch Boada
Fuente: Patrimoni Arquitectònic
















2019
Fuente: Mapes de Patrimoni Cultural
Diputació de Barcelona
*Cristina Belmonte 
(crédito completo al final)


2022
Autoría: Crónicas de Gea













2024
Autoría: Crónicas de Gea


 Notas:

¹ Según la historiadora Rocío Poyato, la baronía de Cervelló tenía la jurisdicción feudal que comprendía los actuales municipios de Cervelló, La Palma de Cervelló, Pallejà, Sant Boi, Sant Vicenç dels Horts, Santa Coloma de Cervelló, Torrelles, Vallirana y Olesa de Bonesvalls.

² La torre románica es como otras cilíndricas que han sido datadas del siglo XI (Pagès i Paretas, p. 422). Entre ellas: Can Felip (Sant Joan Despí), la torre de la Penya del Moro (Sant Just Desvern) y la torre de Benviure (Sant Boi). Varias torres de este tipo fueron construidas sobre restos de fortificaciones anteriores en el marco de las luchas feudales (Pagès, p. 662).


*Quiero leer la 2ª parte


Bibliografía y recursos electrónicos

Alay i Rodríguez, Joan-Carles. "Informe: Afectació en l’entorn de protecció de la Torre Salvana (Santa Coloma De Cervelló, Baix Llobregat)". Comissió de Patrimoni. Societat Catalana d'Arqueologia.  Barcelona, 2011. Disponible en:<http://www.scarqueologia.com/wp-content/uploads/2011/09/informe_torresalvana_20110926.pdf>

*Belmonte Santisteban, Cristina [iPAT, Serveis Culturals]. "Ficha número: 08244-23. Torre Salbana. Santa Coloma de Cervelló" [a petición del ayuntamiento de Santa Coloma de Cervelló]. En: Mapes de Patrimoni CulturalDiputació de Barcelona,  2019. Disponible en: <https://patrimonicultural.diba.cat/element/torre-salbana>

Biblioteca de Catalunya. "Concòrdia sobre la torre Çalbana". Arxiu històric de l'Hospital de la Santa Creu i Sant Pau: <https://www.bnc.cat/fonshistorichsc/detall?id=18727&paraula=18727&camp=id&ordenacio=&from=list&offset=0&orden>

Crespo, Imanol. "Torre Salvana, el patrimoni que pot arruïnar Santa Coloma de Cervelló". Diari digital: El Llobregat,  2016. Disponible en: <https://www.elllobregat.com/noticia/11892/santa-coloma-de-cervello/torre-salvana-el-patrimoni-que-pot-arrunar-santa-coloma-de-cervello.html>

Generalitat de Catalunya. Patrimoni arquitectònic. Cercador de l'Inventari del Patrimoni Arquitectònic de Catalunya. Disponible en: <https://invarquit.cultura.gencat.cat/card/1567>

Monjas Manso, Lluís. Santa Coloma de Cervelló a l’Alta Edat Mitjana. Plecs locals d’Història, núm. 2, Barcelona: Ayuntamiento de Santa Coloma de Cervelló, 1995.

Pagès i Paretas, Montserrat. Art romànic i feudalisme al Baix Llobregat. Barcelona: Publicacions de l’Abadia de Montserrat, 1992.

Pobles de Catalunya. Guia del patrimoni històric i artístic de Catalunya. Disponible en:  <https://www.poblesdecatalunya.cat>

Poyato, Rocío. Sant Vicenç dels Horts 1693. Quaderns d'Arxiu, núm. 2. Barcelona: Ayuntamiento de Sant Vicenç dels Horts, 1997.




17 marzo 2024

EDUCACIÓN Y LETRADAS EN LA PENÍNSULA IBÉRICA

Cuando nos fijamos en el estudio de la mujer culta en el Medievo, observamos que muchos autores se centran en la historia de conocidas figuras bajomedievales como, por ejemplo, Leonor de Aquitania y su hija, María de Champaña, o Christine de Pizan. Sin embargo, podemos plantearnos si otras mujeres que se sitúan en la época más temprana del período medieval pudieron adquirir las mismas posibilidades: aprender a leer y escribir, estudiar las artes liberales¹ o dedicarse a la escritura o la enseñanza.

Sabemos que las aristócratas tenían más oportunidades, pero al margen de una educación dirigida a su clase social y la derivada de los textos sagrados, ¿qué mujeres de la Alta Edad Media estaban alfabetizadas?, ¿sólo lo fueron las pertenecientes a la nobleza?, ¿qué margen de actuación tenían las mujeres instruidas?
Para no hacerlo tan extenso como sería si ampliara mi texto a mujeres del conjunto europeo, en esta entrada me ceñiré a la península ibérica y al marco cronológico de los siglos V al X.

ENSEÑANZA Y APRENDIZAJE

Con la caída del Imperio romano de Occidente desaparecieron las antiguas escuelas municipales y las instituciones eclesiásticas se encargaron de la educación pública, siendo las escuelas parroquiales, episcopales y monásticas las posibilitadoras de un nivel básico de instrucción para la infancia.

Pierre le Mangeur dando clase
Miniatura de La Bible historiaux, s. XV
París, Biblioteca Mazarine. Ms. 313, f. 1r
Fuente: Biblissima

Los monasterios albergaban la cultura clásica y los textos sagrados eran transmitidos a niños y niñas² a los que enseñaban a leer y escribir, pero principalmente fueron para la mujer el lugar donde adquirir cultura, prestigio y libertad.

Muchas abadesas intercambiaron correspondencia con los grandes prelados de la Iglesia, escribieron hagiografías, comentarios de textos sagrados y tratados. Monjas y abadesas ejercieron de maestras, fueron bibliotecarias y copistas que multiplicaron los textos en sus scriptoria y alcanzaron un gran nivel cultural que les permitió estar a la altura de los obispos. 

EDUCACIÓN Y PODER

En los reinos germánicos, los jóvenes de la élite social eran enviados a las cortes reales para recibir educación militar y cultural. En la Hispania visigoda, el palatium de Toledo no sólo fue el lugar privilegiado para los varones de la aristocracia, sino también jóvenes damas residían y se educaban en la corte.

Las niñas de la nobleza debían aprender tanto las habilidades de costura y bordado como las letras, y para esto último podían estar a cargo de un preceptor en sus casas. No obstante, era usual enviarlas a los monasterios donde les enseñaban a leer y escribir, pero también podían recibir clases de música, aritmética y otras disciplinas de las artes liberales. Muchas de ellas continuarían su vida en el monasterio, pero las jóvenes que quisieran casarse y volver al mundo seglar podían hacerlo.

No fueron pocas las mujeres de noble cuna que encargaron y financiaron la copia de libros y la redacción de nuevas obras, porque además, poseían bibliotecas, solicitaban libros, dedicaban gran parte de tiempo a la lectura y muchas de ellas, a la escritura de poesía, cartas y tratados. Asimismo sabemos que las mujeres que permanecieron en el siglo fueron las transmisoras de la educación de sus hijos a través de los escritos conocidos como speculum, y algunas encargaron la realización de crónicas históricas para enaltecer su linaje.

El activo papel que tuvieron las reinas fue decisivo para los destinos de los reinos bárbaros. Los lazos matrimoniales con mujeres de noble estirpe hacían posible la entronización de reyes y algunas reinas consortes se convertían en auténticas reinas de facto.

Muchas nobles hispanorromanas y godas proporcionaron apoyo económico y militar a sus maridos, y distintas monarcas impusieron la autoridad real y mantuvieron su posición mediante redes clientelares. Intercambiaban cartas con grandes personalidades de la época, intervenían en las finanzas y en las luchas de poder, promovían pactos matrimoniales, ejercían el patronazgo, hacían donaciones y estaban presentes en las negociaciones de los magnates.

Sabemos, por tanto, pese a la escasez de fuentes y en las que apenas son nombradas o de forma muy somera, incluso por referencias indirectas en ocasiones, que las aristócratas altomedievales fueron instruidas y encontramos varios ejemplos de ello, en este caso, en la península ibérica.


GOSVINTA, GALSVINTA Y BRUNEQUILDA

Brunequilda
Les Françaises illustres, 1893
Fuente: Google Libros
Una de las reinas visigodas de mayor protagonismo político fue Gosvinta, que mantuvo su influencia a lo largo de tres reinados sucesivos, incluso durante el de Recaredo (contra quien conspiró), hasta que la reina murió en el año 589.
Su primer marido fue Atanagildo (rey entre 554-567), con quien tuvo dos hijas: Galsvinta y Brunequilda.

Brunequilda (ca. 550-613) nació y se educó en Toledo (capital del reino visigodo desde Atanagildo), pero fue enviada a Metz para casarse con Sigeberto I, por lo que se convirtió en reina de Austrasia y actuó de regente en Austrasia y Borgoña. Al igual que su madre y su hermana, había recibido una buena formación en la corte toledana, pero se distinguió por ser protectora de las artes y las letras.

Por la descripción de Gregorio de Tours en su Historia Francorum y los versos laudatorios dirigidos a Brunequilda por el poeta y obispo de Poitiers, Venancio Fortunato, conocemos acerca de los rasgos que eran admirados en princesas y reinas, y una buena formación cultural era algo que se esperaba de ellas por el nivel de su cargo, además de determinadas actitudes como la caridad y la piedad religiosa.


BADDO

La conversión de Recaredo
Antonio Muñoz Degrain, 1888
Dominio público: Wikimedia Commons 

Baddo fue esposa de Recaredo (rey entre 586-601) y aunque ella no era de origen noble se casaron y fue reina de los godos. Participó en el III Concilio de Toledo (589) y firmó junto a su esposo las actas conciliares donde figuraba como Gloriosa regina.


BENEDICTA

La historia de Benedicta se desarrolla a mediados del siglo VII. Benedicta era una joven hispanorromana de origen noble que estaba prometida a un gardingo de la corte real donde ella también residía, pero huyó a Cádiz y allí se puso en contacto con el obispo de Braga, Fructuoso, quien la formó como abadesa y la instruyó en las Sagradas Escrituras mediante el intercambio epistolar, lo que nos indica que, obviamente, sabía leer y escribir.


Entre los años 841-843 Dhuoda escribió un manual formativo para su primogénito Guillermo. Esta obra nos permitió conocer mejor el papel de la mujer de la nobleza carolingia, el nivel educativo y los conocimientos que tenía esta noble sobre textos sagrados y laicos.

LEODEGUNDIA

Boda medieval
Miniatura de Niccolò da Bologna, 1350
Dominio público: Wikimedia Commons

Leodegundia
fue hija del rey Ordoño I de Asturias (850-866) y con motivo de su boda a mediados del siglo IX con un príncipe de Pamplona se compuso en su honor un epitalamio, es decir, un poema con notación musical o himno nupcial.
El poema ensalza a esta joven de estirpe real, dejando patente las cualidades intelectuales, morales y religiosas que se atribuían a las princesas y reinas de la época. Se trataba de una mujer instruida en las letras sagradas y profanas que, como otras nobles, sabía latín en su forma culta, y cuya erudición y caridad se añadían a su belleza física.


MUMADONA DÍAZ

Mumadona Díaz (c.900–968) fue una condesa de la Gallaecia que fundó el monasterio de Guimarâes en el 950 y enriqueció su biblioteca con la donación de numerosos libros tanto litúrgicos como no litúrgicos y textos de los padres de la Iglesia.

LA MUJER CULTA DE AL-ÁNDALUS

Los diccionarios biográficos son un género característico de la literatura árabe que recoge las biografías y obras de los hombres sabios de la sociedad musulmana, los ulemas, que se dedicaban a las ciencias religiosas y profanas. No obstante, en estos diccionarios se incluyen las biografías de algunas mujeres de relevancia social, mencionadas fundamentalmente por sus vínculos de parentesco, ya fueran familiares de ulemas, de familias reinantes (hijas de califas, etc.) o porque pertenecieran de otro modo a la corte como las esclavas.

Las niñas de familias distinguidas crecían en entornos donde predominaba la dedicación al estudio, puesto que los ulemas eran jueces, notarios, predicadores en las mezquitas, funcionarios de la administración, etc. Por lo tanto y si así lo consideraban los hombres, algunas jóvenes recibían su formación de los varones de su entorno familiar. La mujer no podía relacionarse con otros maestros ni acudir a las clases públicas impartidas en las mezquitas, mientras que un varón que quisiera formarse ampliamente podía viajar a distintas ciudades y países a escuchar a otros maestros, así como culminar sus estudios peregrinando a la Meca.

Las mujeres libres se dedicaron tanto a las ciencias profanas, es decir, gramática, caligrafía, poesía, medicina, etc., como a las ciencias religiosas que englobaban el estudio del Corán, jurisprudencia y todo lo que tuviera que ver con la ley islámica.

En el harén
Juan Giménez Martín, ca. 1895
Dominio público: Wikimedia Commons

Las esclavas se dedicaban sobre todo a la composición poética, pero también al estudio de la lengua árabe, a las funciones de katiba (secretaria al servicio de su señor o señora) y muchas eran especializadas en caligrafía. Las poetisas y cantoras fueron numerosas porque eran educadas para el entretenimiento de los hombres en los salones palaciegos y las grandes mansiones, cantando, recitando o improvisando poemas.

Muy pocas mujeres se dedicaron a la enseñanza y menor aún fue el número de discípulas de mujeres. En cambio, sí podían recibir lecciones de doctos hombres que no fueran familiares suyos, pero siempre acompañadas de un pariente o detrás de una cortina.

HASSANA AL-TAMIMIYYA

Hassana al-Tamimiyya fue una poeta del siglo VIII nacida en Elvira (Granada), descendiente de un reconocido panegirista andalusí. De ella se conservan tres poemas que dirigió a los emires al-Hakam I (796-822) y Abd al-Rahman II (822-852), dos de ellos pidiéndoles ayuda después de que el gobernador de Elvira no reconociera un mandato de al-Hakam I por el que quedaba exenta del pago de unos impuestos sobre sus tierras. Una vez resuelto el caso por Abd al-Rahman II, Hassana le envió otro poema, esta vez de agradecimiento al emir por su intervención y justicia.

UMM AL-HASAN BINT SULAYMĀN

La historia de esta mujer es toda una excepción porque estudió con un ulema ajeno a la familia y viajó a la Meca dos veces, algo que aprovechó para continuar sus estudios de hadiz y jurisprudencia (fiqh), aunque se destaca que otras seis mujeres de su familia también hicieron la peregrinación.

Umm al-Ḥasan bint Sulaymān pertenecía a una tribu bereber que llevaba tiempo asentada en al-Ándalus y que, al igual que otras tribus bereberes, estaba bastante arabizada. De ella se ha destacado su ascetismo y su talento intelectual, además del hecho de acudir a tomar clases una vez por semana en casa de un prestigioso alfaquí de al-Ándalus, Baqi b. Majlad (ca. 816-889), quien la recibía en solitario para que no se relacionara con otros alumnos.

FADL, ALAM Y QALAM

El califato de Córdoba en tiempos de Abderramán III
Dionisio Baixeras Verdaguer, 1885
Dominio público: Wikimedia Commons
Fadl, Alam y Qalam (s. IX) se educaron en Medina, pero fueron trasladadas a al-Ándalus como esclavas cantoras. Fueron compradas para Abd al-Rahman II (822-852) junto a otras mujeres y trasladadas al alcázar de Córdoba donde, además de cantoras, fueron especialistas en gramática, literatura árabe, retórica y poesía. 
Qalam era de origen norte peninsular (vasca o navarra), pero había sido raptada de joven durante una incursión y enviada a Medina donde fue obligada a estudiar poesía árabe, canto, danza y caligrafía.

LUBNA DE CÓRDOBA

Lubna de Córdoba (siglo X) se distinguió por sus conocimientos en varios ámbitos. Además de ser buena calígrafa y poetisa entendida en gramática y métrica árabe, sabía matemáticas. Fue esclava y katiba de al-Hakam II (961-976), dirigió la biblioteca califal de Córdoba e impulsó la creación de la biblioteca de Medina Azahara junto a un erudito judío. Se encargó de buscar nuevos libros viajando a otras ciudades del mundo islámico y de copiar y comentar manuscritos. Murió en el 984 o 986.

RAYHANA

El almocrí³, Abu Amr al-Dani (981-1053), tuvo como discípula en su residencia de Almería a Rayhana, que estudiaba el Corán separada de su maestro por una cortina, mientras éste le indicaba las pausas con una varita. Ella le solicitó licencia para enseñar (iyaza), pero él no se la concedió, sin embargo, Rayhana continuó estudiando hasta que la consiguió.


Notas:

¹ Artes liberales:
    Trivium: gramática, retórica y dialéctica/lógica.
    Quadrivium: aritmética, geometría, música y astronomía.

² Los monasterios también acogían oblatos, que eran niños y niñas donados a la Iglesia, procedentes de familias nobles (que los ofrecían como exvoto) o pobres que se aseguraban de que el niño/a fuera alimentado, vestido y educado, y tuviera, en definitiva, unas buenas condiciones de vida.

³ Lector del Corán en las mezquitas.

Bibliografía y recursos:

Ávila, María Luisa. “Las mujeres sabias en al-Andalus”. La mujer en al-Andalus: reflejos históricos de su actividad y categorías sociales. Ed. Mª J. Viguera. Madrid, Sevilla, Universidad Autónoma de Madrid, Editoriales Andaluzas Unidas, 1989, pp. 139-184. Disponible en: <http://hdl.handle.net/10261/14481>

Calado, Luciana; Costa, Claudia (org.). Vozes de mulheres da Idade Média. João Pessoa: Editora UFPB, 2018. Disponible en: <http://www.editora.ufpb.br/sistema/press5/index.php/UFPB/catalog/book/464>

Duby, Georges; Perrot, Michelle (dir.) Historia de las mujeres: La Edad Media. Barcelona: Taurus, 2006, v. 2.

Felipe, Helena de. "Doblemente invisibles: mujeres bereberes en al-Andalus". eHumanista: Journal of Iberian Studies, 2020, 45, pp. 213-227.

Ferrer Valero, Sandra. Mujeres silenciadas en la Edad Media. Madrid: Punto de Vista Editores, 2019.

Isla Frez, Amancio. “Reinas de los godos”. Hispania, 64(217), 2004, pp. 409–433.

Real Academia de la Historia. Diccionario Biográfico Español, [en línea]. Disponible en: <https://dbe.rah.es>

Sánchez Prieto, Ana Belén. "Dónde aprender a leer y escribir en el año mil". Anuario de Estudios Medievales2010, 40(1), pp. 3-34.

Sánchez Prieto, Ana Belén. "La educación de la mujer antes del año 1000. ¿Es Dhuoda un caso único?", Educación XX1, Revistas UNED, Madrid: Facultad de Educación, 2010, 13(2), pp. 69-94.

Soto Chica, José. “Un reino por dentro: ejército, legislación, administración, economía, sociedad y cultura”. Los visigodos: hijos de un dios furioso. Madrid: Desperta Ferro Ediciones, 2021, pp. 438-450.
 
Ubieto Arteta, Antonio. “El matrimonio de la reina Leodegundia”. Medievalista (10), 1992, pp. 451-454.

Wade Labarge, Margaret. La mujer en la Edad Media. San Sebastián: Nerea, 2003.

09 julio 2023

LA TIERRA ES PLANA, LA TIERRA ES REDONDA (1ª PARTE)

PREMISAS

  1. Los medievales creían que la Tierra era plana, ya que no se recuperó el saber grecorromano hasta el Renacimiento.
  2. Los marineros tenían miedo de precipitarse al vacío si llegaban a los límites de la Tierra.
  3. La Iglesia entorpecía el avance cultural y científico. Colón tuvo que defender ante los eclesiásticos de la Junta de Salamanca (encargada de valorar su proyecto) la esfericidad del mundo. 
  4. Con el primer viaje de Colón se demostró que la Tierra era redonda.

Emanuel Leutze. Cristóbal Colón ante el Consejo de Salamanca. 
Dominio público: Wikimedia Commons

¿Alguna vez has oído una de estas afirmaciones? Como verás, todas están relacionadas con la idea de que en la Edad Media creían que la Tierra era plana, pero ninguna refleja la realidad de la época, ninguna es verdad. Sin embargo, esa idea sobre la sociedad medieval todavía persiste en el imaginario popular por la difusión que se ha hecho durante años a través de libros de texto, novela histórica, cine y televisión. Afortunadamente, hay muchos estudios que han desmentido la existencia de una visión terraplanista en aquella época. 

La cuestión es: ¿cuándo y cómo se gestó este mito?, ¿quiénes hicieron creer que en aquella época ignoraban la esfericidad de la Tierra? Para llegar hasta aquí, primero debemos saber cuál era el panorama cultural y comprobar que el Medievo heredó unos antiguos conocimientos. 

ANTECEDENTES: COSMOVISIONES EN LA ANTIGÜEDAD

Sabemos que a partir de la observación del mundo físico y de los fenómenos naturales los filósofos griegos dedujeron la forma de la Tierra. A ello se le sumaba el trabajo doxográfico que los sabios acostumbraban a hacer, así como más tarde harían los eruditos medievales en la tarea de recopilar los estudios de pensadores anteriores y comentarlos en una nueva obra.

El universo según Aristóteles
Imagen: Nicolas Eynaud. Trabajo propio
Bajo licencia: CC BY-SA 4.0

Los antiguos griegos concebían un universo esférico donde la Tierra ocupaba el centro de manera inmóvil. Los principios cosmológicos más aceptados eran el geocentrismo, el geoestatismo, la uniformidad de los movimientos celestes que orbitaban en círculo, la perfección de la figura geométrica de la esfera y la importancia de los cuatro elementos: fuego, aire, tierra y agua, que eran la esencia y el origen de todas las cosas. También se gestó la teoría de las antípodas para referirse a las posibles tierras habitadas en el Sur del planeta y diametralmente opuestas a la ecúmene o tierras habitadas que conocían: Europa, Asia y África.

Fue en el siglo VI a.C. cuando los filósofos de Mileto comenzaron a tratar de explicar la realidad y la estructura del universo desde una visión naturalista (basada en la physis), configurando teorías matemáticas, físicas y astronómicas en la consideración de un cosmos limitado por una esfera donde se hallaban fijas las estrellas.

La búsqueda de explicaciones naturalistas llevó al filósofo Tales a creer que el origen de la vida radicaba en el agua y que, por tanto, en medio de un inmenso océano flotaba una isla plana y redonda, la Tierra. En cambio, para Anaximandro (610-546 a.C.), la Tierra, que era un cuerpo cilíndrico, flotaba en el espacio sin apoyarse en nada. Pensó que si veía salir y ponerse el Sol cada día, éste debía dar la vuelta bajo el mismo cielo que veía por encima. Es decir, bajo la Tierra había cielo y éste era el espacio en el que flotaba. 

A partir de esa nueva noción cosmológica (la Tierra flotaba en medio del espacio), la idea de esfericidad comenzaría su camino. La primera referencia a este asunto la encontramos en el Fedon de Platón, ya que en un diálogo con Simmias, Sócrates le cuenta lo que se imagina y lo que sabe acerca de la Tierra, por lo que le han contado. Observamos así que la descripción de la forma de la Tierra y del universo aparece como algo ya divulgado, como un eco cuyo origen atribuyeron varios autores de la Antigüedad a la escuela pitagórica.

Por su parte, Platón (ca. 428-347 a.C.) creía que « el Demiurgo dio al mundo la forma de esfera y puso por todas partes los extremos a igual distancia del centro, prefiriendo así la más perfecta de las figuras».

Su obra Timeo ejerció una gran influencia posterior en el mundo occidental gracias a su traducción al latín por Calcidio (ca. 320 d.C.). Pero había algo que inquietaba a Platón. Se preguntó por qué, si el cosmos era orden, armonía y perfección, la trayectoria de algunos cuerpos celestes no era uniforme. ¿Cómo se podían explicar los irregulares movimientos de los planetas? A este respecto, Eudoxo de Cnido (ca. 400-355 a.C.) creó la teoría de las esferas homocéntricas, tratando de esclarecer así el movimiento planetario.

Sin embargo, será Aristóteles (384-322 a.C.) quien en su De caelo teorice extensamente, en cuatro libros, sobre la estructura y el funcionamiento del universo, aduciendo leyes físicas sobre el movimiento de los cuerpos celestes. En el libro II de su obra, la redondez de la Tierra quedaba demostrada por argumentos empíricos tales como la observación de la sombra que ésta proyectaba sobre la luna durante los eclipses lunares o la visibilidad y no visibilidad de ciertas estrellas desde diferentes latitudes.

Tampoco podemos dejar de citar a Aristarco de Samos (310-230 a.C.), Apolonio de Perge (262-190 a.C), Hiparco de Nicea (190-120 a.C.) o Eratóstenes de Cirene (ca. 276-197 a.C.), quien calculó la circunferencia de la Tierra y la inclinación de su eje con bastante exactitud.

Más tarde, Claudio Ptolomeo (ca. 100-170 d.C.) equivocaría los cálculos y reduciría la medida del meridiano con respecto a la de Eratóstenes. No obstante, su obra Almagesto, escrita en griego, representaría la compilación más importante de la astronomía matemática donde postulaba que la Tierra era redonda, consagraba el modelo geocéntrico y geoestático terrestre, y concretaba el concepto de retrogradación de los planetas en la teoría de los epiciclos.

DURANTE LA TARDOANTIGÜEDAD

Emperador romano con orbe en la mano derecha
Detalle de un "mapa de carreteras" del Imperio.
Tabula Peutingeriana, siglo IV

ImagenBibliotheca Augustana

La redondez de la Tierra era aceptada y la cultura romana la admitió sin problemas. El concepto se transmitiría a través de obras enciclopédicas como la de Plinio el Viejo (ca. 23-79), quien en su Naturalis Historia alude a la Tierra como "orbis terrarum",  y de las artes liberales en la enseñanza.

Si bien en la época de transición a la Edad Media surgieron algunas voces disonantes, las críticas radicaron, básicamente, sobre teorías como la existencia de tierras en el hemisferio Sur donde habitarían los antípodas.
Debemos destacar en este punto a Lactancio (ca. 245-315), quien en su obra De divinis institutionibus escribió: « ¿Son razonables esos que sostienen que hay antípodas? ¿Hay alguien tan necio que crea que hay antípodas con los pies opuestos a los nuestros; gente que anda con los talones hacia arriba y la cabeza hacia abajo; que hay una parte del mundo en que todas las cosas están al revés, donde los árboles crecen con las ramas hacia abajo y donde llueve, graniza y nieva hacia arriba? [...]».

Gautier de Metz. L'Image du monde. Copia s. XIV
Dominio público: Wikimedia Commons

Con perplejidad se mostró también
San Agustín de Hipona (354-430) en su De Civitate Dei al parecerle inverosímil que algunos hombres hubieran podido navegar los océanos y llegado hasta la parte diametralmente opuesta del planeta. San Agustín puso en duda la existencia de los antípodas, pero nunca la esfericidad. Además se refería a la Tierra como “globosa moles” en su De Genesi ad litteram, mientras que San Ambrosio de Milán (340-397) se refirió al mundo como “globo inmóvil” en su Hexaemeron.

La concepción de la forma terráquea pasó a la cultura escolar romana y numerosos eruditos romanos propagaron dicha imagen, como Macrobio (ca. 390-430) al referirse a la Tierra como esfera y representarla en mapas esquemáticos en su Commentarii in Ciceronis Somnium Scipionis, o Marciano Capella (ca. 360-428) y su De nuptiis Fihilologiae et Mercurii, texto que sería pródigamente copiado durante el renacimiento carolingio.

COSMOVISIONES MEDIEVALES

Hacia el año 547, un mercader llamado Cosmas Indicopleustes escribió en griego una obra que en latín se tituló Topographia Christiana, donde planteaba un mundo plano y rectangular cubierto por una bóveda de cañón.

Para explicar la sucesión de los días y las noches en una Tierra plana, expuso que en el extremo norte del mundo existía una enorme montaña y que durante la noche el sol ascendía y pasaba por detrás de ella y se ocultaban alternativamente, día tras día, el sol y la luna. 

El mundo en forma de tabernáculo según Cosmas Indicopleustes
Dominio público: Wikimedia Commons

Sin embargo, debemos entender su escrito en el contexto social de la época y de la función religiosa que pretendía desempeñar, pues no en vano estaba dedicado a aquellos cristianos que creían en la afirmación pagana de la esfericidad. No obstante, sus planteamientos no afectaron a la cosmovisión dominanteAl igual que ocurrió con las ideas de Lactancio, no reflejaban el pensamiento medieval generalizado ni tuvieron repercusión. En realidad, Cosmas permaneció ignorado y sin traducir al latín hasta 1706, y en griego no fue apenas copiado.

Por la misma época, el erudito alejandrino Juan Filópono (490-570) defendía la esfericidad del planeta y criticaba en su De opificio mundi el modelo de Cosmas, aunque todavía se darían trabajos de una enorme influencia posterior.

Mapamundi tripartito de "T en O"
Isidoro de Sevilla. Etimologías, s. VII
Dominio público: Wikimedia Commons
En la Hispania visigoda, Isidoro de Sevilla (570-636) fue el artífice de la gran enciclopedia medieval con sus Etymologiae donde incluía el dibujo de un mapamundi de «T en O» en el que se visualizan las tres partes conocidas del mundo. Tanto en esta obra como en su De Natura Rerum ratificaba la teoría de la esfericidad de la Tierra.

Su homólogo en Britania, Beda el Venerable (ca. 675-735), desarrolló igualmente un extenso trabajo de capital importancia. Es conocido por elaborar cronologías y cómputos calendáricos (terrestres, astronómicos y litúrgicos) en sus obras De temporibus liber y De temporum ratione. En ellas incluyó un nuevo cálculo de la edad de la Tierra y propuso la división de la era cristiana en “antes y después de Cristo”. Pero además, en su De natura rerum, afirmaba que «la circunferencia de la tierra representa la figura de un globo perfecto», y dejaba claro el significado de la esfericidad: «la Tierra es un orbe situado en el centro del universo […], no circular como un escudo, sino esférica como una bola que se extiende desde su centro con redondez perfecta por todos lados».

Macrobio. Comentario al Sueño de Escipión. Copia s. XII
Zonas climáticas: zonas frígidas (los polos), 
templadas en azul y la zona tórrida en rojo.
Dominio público: Wikimedia Commons
Por tanto, si bien pudiera parecer que algunos autores se referían a una redondez plana, como una rueda o un disco, no cabían dudas cuando la definían como 
globus o sphaera. Con todo, en muchos trabajos asimilaron su forma a una manzana, un huevo o una bola para una total aclaración, aunque también se evidenciaba en el arte, en las esferas armilares y la cartografía. En el caso de los mapamundis, el problema es que no sabían cómo dibujar la tridimensionalidad de la esfera en plano.

La imagen del globo terráqueo siempre estuvo presente y numerosos intelectuales quisieron calcular su perímetro, como Juan Escoto Erígena (ca. 810-877) o el papa Silvestre II (935-1003).

Asimismo, se realizaban estudios sobre los eclipses, las mareas, los seísmos y los fenómenos atmosféricos. Los temas de debate eran los relativos al centro del planeta, la disposición de los cuatro elementos y la existencia de antípodas y su habitabilidad teniendo en cuenta las distintas zonas climáticas de la Tierra y que una de ellas era la zona tórrida del ecuador. ¿Cómo alguien podría haber atravesado la zona de clima abrasador? ¿Cómo podrían ser habitables las antípodas?

En cuanto al mundo islámico, fue durante su Edad de Oro, entre los siglos VIII y XIII, cuando se irradió el saber antiguo en su imperio hasta Occidente, junto a su propia producción filosófica y científica, a través de la circulación de textos traducidos al árabe. La necesidad de conocimientos astronómicos para la práctica de su religión les impulsó a la búsqueda del saber clásico y su cosmología se basó en los principios aristotélicos y ptolemaicos que dominaron la cosmovisión medieval. 
En todo este proceso fue clave la Casa de la Sabiduría, en Bagdad, donde traductores sirios (cristianos grecoparlantes) traducían textos griegos, persas e indios al siríaco y luego al árabe, así como la labor de la Escuela de Traductores de Toledodonde las traducciones y comentarios de las obras de 
Profesor con esfera armilar
Jean Corbechon
Le livre des propriétés des choses, c. 1415
Fitzwilliam Museum, Cambridge. Ms. 251, fol. 133r
Aristóteles y Ptolomeo se multiplicaban. En este ámbito desarrollaron una importantísima labor lingüistas como Adelardo de Bath (ca. 1080-1150), que tradujo al latín obras de importantes astrónomos y matemáticos persas; Gerardo de Cremona (1114-1187) que tradujo el Almagesto del árabe al latín, entre otros muchos manuscritos, o Miguel Escoto (ca. 1175-1230) que hizo lo propio con obras de los andalusíes Alpetragio (al-Bitruyi) y Averroes (Ibn Rushd).

Los escolásticos impulsaron también la difusión del saber clásico en las universidades. En ellas se transmitían los conocimientos de la filosofía natural, a lo que se sumarán los cambios acaecidos por los franciscanos y su apología del método experimental.



BIBLIOGRAFÍA

Aguiar Aguilar, Maravillas. “Modelos cosmológicos medievales”. Revista de Filología de la Universidad de La Laguna, 1995, núm. 14, pp. 7-15.

García Castillo, Pablo. “Colón y la Ciencia en la universidad de Salamanca”. Revista de Estudios: Monográfico: Salamanca y Colón. 2006, núm. 54, pp. 25-44.

González Urbaneja, Pedro Miguel. “La cosmología pitagórica” DivulgaMat [en línea] En: https://virtual.uptc.edu.co/ova/estadistica/docs/autores/pag/mat/Pitagoras7.asp.htm.

Irving, Washington. The Life and Voyages of Christopher Columbus. Nueva York: G. & G. Carvill, 1828.

Martín Prieto, Pablo. “La tierra plana en la Edad Media: un mito contemporáneo”. Espacio, Tiempo y Forma. Serie III Historia Medieval, 2022, núm. 35, pp. 391-414.

Molina Marín, Antonio Ignacio. “La geografía bizantina: Cosmas Indicopleustes”. Antigüedad y cristianismo: Revista de Estudios sobre Antigüedad Tardía, 2010, núm. 27, pp. 409-422.

Numbers Ronald L. Galileo fue a la cárcel y otros mitos acerca de la ciencia y la religión. Barcelona: Ediciones de Intervención Cultural, 2010.

Páez-Kano, José Rubén. La esfera de la tierra plana medieval como invención del siglo XIX. Jalisco: ITESO, 2003.

Patriarca, Giovanni.  “La metodología científica de la Escolástica Tardía. De la Escuela Franciscana a la vía moderna”. Carthaginensia, 2017, núm. 63, pp. 91-108.

Rovelli, Carlo. El nacimiento del pensamiento científico: Anaximandro de Mileto. Barcelona: Herder, 2018.

Sáenz-López Pérez, Sandra. “Desmontando mitos sobre la tierra en la Edad Media”. Cuadernos del CEMYR, 2020, núm. 28, pp. 69-96.

Sanz Hermida, José María. “La cartografía en la época de Colón”. Revista de Estudios: Monográfico: Salamanca y Colón. 2006, núm. 54, pp. 57-84.