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17 marzo 2023

DHUODA

  VIDA Y CONTEXTO HISTÓRICO

Duoda fue una culta aristócrata, de cuya vida, y pese a estar relacionada con la dinastía carolingia, sólo sabemos los datos que ella misma aportó en su obra.

Nació a principios del siglo IX en el seno de una familia de la alta nobleza, quizás en el norte del Imperio carolingio (ya que su lengua materna era germánica). El 29 de junio del 824 se casó, en la capilla palatina de Aquisgrán, con Bernardo de Septimania,* que era sobrino segundo de Carlomagno.

Territorios de Bernardo de Septimania (835-844)
Imagen: Ahnode. Bajo licencia: CC BY-SA 3.0

El rey Luis el Piadoso confió a Bernardo el cuidado de la Marca Hispánica, siendo responsable de los condados de Barcelona, Gerona, Ampurias y Rosellón, además de la Septimania, pero se vio inmerso en las rivalidades desatadas entre los descendientes de Carlomagno. En el año 826 fue nombrado por primera vez conde de Barcelona, hasta el 832, y fue asimismo conde de Tolosa (835-844) y de Narbona (828-844).

Así, Duoda era duquesa de Septimania y condesa de Barcelona, Gerona, Ampurias y Rosellón, y acompañó durante algún tiempo a Bernardo en sus viajes de gobierno y expediciones militares hasta que éste, por motivos que desconocemos, la obligó a quedarse en el castillo de Uzès (Provenza). Desde allí Duoda sufragaba los gastos militares de su marido, para lo cual tuvo que pedir algunos préstamos de dinero. Mientras tanto, algunos enemigos de Bernardo expandieron el rumor de que tenía de amante a Judith de Baviera, la segunda esposa de Luis I el Piadoso. La acusación de adulterio le costó el exilio y la destitución de los cargos, pero tras la propuesta de un duelo judicial,** fue nombrado de nuevo conde de Barcelona (en el 835).

En Uzès, Duoda dio a luz a su primogénito Guillermo, el 29 de noviembre del 826. Ya en junio del año 840, después de la muerte del rey Luis el Piadoso, Bernardo fue a visitar a Duoda y volvió a dejarla embarazada. Su segundo hijo nació el 22 de marzo de 841. Poco más tarde, tras la derrota en la batalla de Fontenoy-en-Puisaye, el 25 de junio del 841, en la que Bernardo había participado en el bando de Lotario I y Pipino II de Aquitania contra las fuerzas de Carlos el Calvo y Luis el Germánico, Bernardo envió a su hijo Guillermo, que cumpliría quince años, a la corte de Carlos el Calvo, como muestra de lealtad hacia el monarca. En cuanto a su segundo hijo, y sin todavía haber recibido el bautismo, mandó que lo llevaran a Aquitania para tenerlo bajo su custodia. De esta forma, Duoda se vio separada de sus dos hijos, pero, queriendo continuar el ejercicio de la maternidad y el vínculo con su primogénito, se puso a escribir para él.

EL LIBER MANUALIS

Al poco de serle arrebatado su segundo hijo, Duoda decidió escribir un tratado educativo para su hijo Guillermo con consejos morales y prácticos que le guiasen y ayudasen en su vida, incluyendo referencias que evidencian un buen conocimiento de la Biblia, la patrística y la literatura clásica. Sin duda, esta introspectiva y emotiva obra muestra a la propia Duoda, que plasma reflexiones sobre sí misma, su marido y sus hijos, revelando sus sentimientos, preocupaciones y esperanzas, a la vez que refleja la significación de la maternidad y la utilización política de la misma. Además, nos muestra aspectos del contexto político, ideológico y cultural de la nobleza carolingia, y nos permite conocer las estrategias y relaciones familiares. Especialmente, nos lleva a reflexionar sobre el papel de las mujeres en la nobleza de la época.

Liber ManualisBiblioteca Carré d'Art. Nimes. Ms. 393, fols. 26v-27r

Sabemos que el libro lo empezó el 30 de noviembre de 841 y quedó acabado el 2 de febrero del 843 porque ella misma anotó las fechas en el texto. En cuanto a la lengua que empleó, lo hizo en un latín poco ortodoxo y convencional. Se trata de un estilo muy personal, que no se atiene a las normas y la rigurosidad del latín clásico. Esto se ha visto como la manera que tuvo al esforzarse por decir las cosas buscando expresar la profundidad de sus sentimientos, su realidad, sus valores y sus pensamientos.

Tras una gran cantidad de preámbulos, establece una tabla de contenidos donde enumera y nombra cada capítulo de los 73 que tiene, y después de los varios prolegómenos preparatorios para el texto que su hijo va a leer, por fin, en el primer capítulo empieza la parte discursiva del libro. 

Duoda escribe, en primer lugar, como madre que quiere que sus hijos sean felices; también como madre de hijos varones, con el deseo de que alcancen la gloria militar; y como noble, transmitiendo unas responsabilidades de clase que implican la lealtad al linaje y el esfuerzo por conservar sus privilegios. Pero si algo destaca en el texto desde el principio es la manifestación de su soledad y angustia por la separación:

Sabiendo que la mayoría de madres del mundo disfruta de la compañía de sus hijos y viéndome yo, Duoda, apartada de ti, Guillermo, hijo mío, por ello, angustiada y deseosa de ser útil, te envío este opúsculo escrito para que lo leas y sirva para tu formación a modo de espejo, contenta de que, aunque yo esté físicamente ausente, la presencia de este libro te haga reflexionar, al leerlo, en lo que debes hacer por mí.

(Dronke, 1995, p. 67)

Sobre todo desea transmitir a Guillermo algo que no le puede dar ningún otro libro. El tratado que ella le ofrece es especial porque explica específicamente lo que será mejor para él, con la legitimación que le otorga el hecho de ser su madre y con la intención de que le sea útil en el ámbito temporal y en el espiritual:

Aunque cada vez tengas más libros, ojalá te plaza leer a menudo mi opúsculo y, con la ayuda de Dios omnipotente, seas capaz de sacarle provecho. En él encontrarás resumido todo lo que desees aprender; encontrarás también aquí un espejo en el que podrás examinar sin titubeos el estado de tu alma, de manera que puedas complacer no sólo al mundo, sino también en todo a Quien te modeló a partir del barro, lo cual te es del todo necesario, Guillermo, hijo mío, para que en ambos casos actúes de modo que puedas serle útil al mundo y, a la vez, puedas satisfacer a Dios en todo.

(Dronke, p. 68)

Duoda expone, por tanto, una ética que debe servirle doblemente: para lo mundano y lo divino; para el servicio a Dios y el servicio a los hombres, en su comportamiento y sus acciones. Está convencida de que una conducta noble, cumpliendo con la devoción cristiana, le traerá la felicidad terrenal y la salvación eterna. Por todo ello, debía ser siempre generoso, prudente, justo y caritativo, guiándose por una moral de paz y justicia:

[…] Es mejor un hombre paciente que un hombre fuerte, quien pacientemente domina su alma en todos los aspectos supera al conquistador de ciudades […]

Yo tu consejera Duoda, hijo Guillermo, quiero que, creciendo pacientemente en las santas virtudes entre todos los soldados, seas siempre reacio a hablar y reacio a la ira. 

(Vinyoles, 2005, p. 19)

Es evidente que quería inclinarlo hacia la paz con tal de que tuviera una vida larga y feliz. Le encomendó que rezara para que sus enemigos (y también su padre) optaran por la paz.

Por otra parte, quería mostrar al hijo el orgullo del linaje y la debida fidelidad a su progenitor; por ello, en caso de conflicto entre la lealtad hacia el padre o hacia el rey Carlos, la primera debía tener preferencia.

Con respecto al manejo de las relaciones humanas, le instaba a combinar los valores cristianos con la habilidad que debía tener un noble en el trato con la gente. Así, Guillermo debía practicar la caridad, amar al prójimo, servirlo y honrarlo sea cual fuere su categoría, amoldándose a la gente de condición inferior. En relación a esto, sobresalen unos versos donde presenta a su hijo los ideales que debía observar:

Ayuda a menudo a viudas y a huérfanos, / da de comer generosamente a los desconocidos, / otorga tu hospitalidad; a los desnudos, dales ropas/ con tus manos.

En los pleitos sé juez justo y cabal, / no aceptes presentes de mano alguna, / no oprimas a nadie: por ello el Benefactor/ te recompensará.

Generoso en tus dádivas, siempre alerta y prudente, / esforzándote amablemente por ser acorde con todos, / alegre de corazón: todo ello tu rostro/ reflejará.

(Dronke, p. 76)

Estas palabras recogen algunos de los rasgos que caracterizarán al caballero cortés y al miles christianus de siglos posteriores. Su deber era ayudar y proteger a los indefensos y a los débiles, así como ser generoso en sus dádivas y amable con todos los seres humanos. Como apunta Peter Dronke, es el origen de este noble comportamiento lo que nos conduce al mundo de los valores corteses que se asocian con una época más tardía. (Dronke, p.76).

No obstante, a lo largo del manuscrito, el sufrimiento por no saber si volverá a ver a Guillermo se hace eco:

Aunque me afligen multitud de preocupaciones, la única que destaca entre ellas es la de que algún día, si Dios quiere y es la voluntad del Señor, pueda ver qué aspecto tienes. […] 

(Dronke, p. 78)

Asimismo, expone otras preocupaciones que dejan patente su honradez, como la liquidación de las deudas:

En auxilio de mi dueño y señor, Bernardo, y para que mi servicio en la Marca y en muchos otros lugares no se resintiese, ni se separase él de mí, como suelen hacer otros, reconozco que me he cargado de deudas. Para hacer frente a sus muchas necesidades, he tenido que pedir prestadas grandes sumas no sólo a cristianos sino también a judíos.

He devuelto lo que he podido, y siempre que pueda, seguiré devolviéndolo. Pero si después de morir yo quedase alguna deuda por saldar, te pido y te ruego que tú mismo te enteres, con toda diligencia, de quiénes son mis acreedores. Cuando los hayas encontrado, procura que se les pague todo, no sólo con mis propiedades, si algo ha quedado, sino también con las tuyas, las que poseas o, con la ayuda de Dios, justamente obtengas.

(Dronke, pp. 84-85)

Al final del libro, Duoda incluye una lista de nombres de familiares vivos y muertos por quienes Guillermo debía rezar, y le pide que, al morir ella, graben en su tumba el epitafio en verso que ella misma ha compuesto.

DESENLACE

Es conmovedor ver cómo Duoda, preocupada por el futuro terrenal y espiritual de los suyos, encargó a Guillermo que rezara por todos ellos, que cuidara de su padre en la vejez y que hiciera lo que pudiera por su hermano pequeño.

Reparto del Imperio por el Tratado de Verdún (843)
Imagen bajo licencia CC BY-SA 4.0 En: Wikimedia Commons

En realidad, Bernardo no aceptó la resolución del Tratado de Verdún del año 843 firmado entre Lotario I, Luis el Germánico y Carlos el Calvo. Invadió Aquitania y se hizo fuerte en Tolosa, pero allí fue hecho prisionero, acusado de traición y decapitado por orden del rey Carlos el Calvo en el 844.

Muerto Bernardo, Guillermo se alzó en armas contra Carlos el Calvo y recuperó los condados de Barcelona, Gerona y Osona, de los que su padre era conde en el momento de su ejecución. Para ello, contó con apoyo militar dentro de los condados y también con la ayuda de soldados musulmanes enviados por el emir Abd al Rahman II,*** bajo el mando de los gobernadores de Tortosa y Zaragoza.

Guillermo gobernó los condados durante dos años hasta que las fuerzas francas asediaron Barcelona y le derrotaron. Fue condenado a muerte y decapitado en el año 850. Tenía 24 años.

En cuanto al segundo hijo de Duoda y Bernardo, sabemos que se llamó como el padre y que sobrevivió a los acontecimientos, aunque se desconoce realmente quién fue posteriormente.

Una vez acabado su libro, no se sabe nada más de Duoda. No sabemos si su epitafio llegó a ser esculpido o si supo que su hijo mayor había muerto, pero según algunos estudiosos, parece ser que murió antes de que Guillermo fuera ejecutado.


Notas:

*El padre de Bernardo era Guillermo I de Tolosa, primo hermano de Carlomagno.

**Cuando Bernardo desafió a sus enemigos a mantener esa acusación en combate singular contra él, ninguno se atrevió. (Dronke, p. 64).

***Según los textos musulmanes, el emir, con la ayuda otorgada a Guillermo, pretendía sembrar la discordia en los condados de la Marca entre los partidarios de Carlos el Calvo y los opositores. (Vinyoles, p. 21). 

Artículo relacionado: Educación y letradas en la península ibérica


Bibliografía

Bondurand, Édouard. L'éducation carolingienne: Le Manuel de Dhuoda. París, 1887.

Dronke, Peter. "Duoda"Las escritoras de la Edad Media. Madrid: Crítica, 1995, pp. 62-85.

Neel, Carol. Handbook for William: a Caroligian woman's counsel for her son. Washington D.C.: The Catholic University of America Press, 1999.

Rivera Garretas, María Milagros. "Dhuoda: La maternidad". Textos y espacios de mujeres. (Europa, siglos IV-XV). Barcelona: Icaria, 1990, pp. 65-79.

Vinyoles Vidal, Teresa. Història de les dones a la Catalunya medieval. Barcelona: Eumo, 2005, pp. 16-22.

Wade Labarge, Margaret. “Las precursoras”. La mujer en la Edad Media. San Sebastián: Nerea, 2003, pp. 19-36.