A lo largo de algunas entradas trataré
sobre la evolución de la figura de Arturo y las características del que fue desde
un legendario líder guerrero hasta el
rey cortés de Camelot. Su representación
sufrió variaciones hasta ser el rey de una magnífica corte, pero ¿cómo se
transformó el guerrero de la Edad Heroica britana (siglos V y VI) en el monarca que conocemos? ¿Por qué su leyenda tuvo tanto éxito? ¿Cómo influyó en la sociedad?
ORÍGENES
La génesis del mito artúrico radica en
la transmisión oral de leyendas celtas que sólo a partir del Medievo se
pusieron por escrito. Aun con la romanización, no desaparecieron las lenguas
célticas (gaélicas y britónicas)* ni su tradición, y mucho menos en Irlanda, que
no estuvo bajo el poder romano. De forma que, en paralelo al latín, continuó
una literatura autóctona compuesta y transmitida por la prestigiosa élite de
los bardos**.
En la isla de Gran Bretaña y dado el
interés por la historia de Britania
y sus héroes del pasado, todo un universo épico quedó plasmado en los textos
que los monjes escribieron en latín y
en galés.
En Irlanda, durante el siglo V, con la evangelización llegó también la cultura escrita. Los monjes escribas
se dedicaron a copiar en latín y en gaélico los manuscritos basados en la
tradición oral y desarrollaron su apogeo cultural entre los siglos VI y VIII. Asimismo, en la zona norte
de Gales y gracias a un largo
periodo de estabilidad política, entre los siglos IX y X se produce en los
monasterios una intensa labor de recopilación, traducción y escritura del
material relativo a las leyendas del
Antiguo Norte (Yr Hen Ogledd).
REFERENCIAS SOBRE ARTURO EN MANUSCRITOS EN LATÍN
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Gran Bretaña ca.600 Imagen: Hel-hama. Bajo licencia: CC BY-SA 3.0 En: Wikimedia Commons |
Se cuenta que Arturo fue un guerrero
que, tras el abandono de la isla por las legiones romanas a partir del año 410, unió a las tribus britanas y luchó contra los invasores anglosajones, pero no
fue hasta el siglo IX cuando se
mencionó en un texto historiográfico:
Historia
Brittonum. Esta crónica,
atribuida a un monje galés llamado Nennius, fue escrita en latín hacia
el año 830. En ella nos revela la
figura de Arturo como un jefe de guerra, un dux bellorum que
capitaneó las tropas britanas frente a los invasores de la isla. Se refiere a
doce batallas y los lugares donde se desarrollaron, como la acontecida en el
fuerte de Guinnion, la octava, "en la
que Arturo llevó sobre sus hombros la imagen de la Virgen María y gracias a cuya intercesión y la de Jesucristo derrotó a los paganos".
Respecto a la duodécima contienda, al
igual que había hecho el monje Gildas en el siglo VI, Nennius menciona la
batalla de Monte Badon, pero a
diferencia del autor anterior, sí da el nombre de Arturo. Se configura el
retrato de un guerrero tan fabuloso que fue capaz, por ejemplo, de aniquilar a
960 enemigos en dicha batalla, dejando claro que alrededor de esta figura ya se
habían comenzado a forjar leyendas. De hecho, en la propia Historia Brittonum se
encuentra inserto el texto De mirabilibus
Britanniae (o Mirabilia) donde se
narran 12 prodigios acontecidos en las tierras de Britania e Irlanda. Entre
estas historias hay dos referidas a Arturo: una que trata sobre la prodigiosa tumba de su hijo Anir, y otra que trata
sobre las huellas que su perro Cabal dejó en una roca durante la
persecución del jabalí Troynt (Twrch
Trwyth). Precisamente en este segundo relato se nos muestra la faceta de Arturo
como cazador, que será una de las muchas que conforman su fisonomía poliédrica
en la literatura galesa.
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Monje ilustrando un manuscrito Autor: Joseph Ratcliffe Skelton |
Pero volviendo a las crónicas, también
contamos con los Annales Cambriae, un manuscrito de autoría anónima que se cree que
fue iniciado a principios del siglo IX.
Este texto registra los sucesos ocurridos desde el año 453 hasta el 954 en el
norte de Gales, principalmente. En cuanto a los datos sobre el año 516, se incluye la mención a la batalla de Badon “en la que Arturo llevó la cruz de nuestro Señor Jesucristo durante
tres días y tres noches sobre sus hombros y los britanos salieron victoriosos”.
Una segunda referencia a Arturo se
halla al llegar al año 537 y es la
batalla de Camlann, en la que Arturo y Medraut cayeron. Ambos mueren, pero no dice que fuese uno a manos del otro.
Por otra parte, Arturo aparece también
en diversas hagiografías como Vita Sancti Cadoci, V.S. Carantoci, V.S. Iltuti,
V.S. Paterni y V.S. Gildae.
En estos manuscritos, que datan desde
finales del siglo XI hasta el siglo XIII, Arturo es
presentado como un gobernante tirano
y soberbio, un rey rebelde que
permanece pagano hasta que se convierte
al cristianismo a partir de algún milagro que realiza el santo de la biografía
en cuestión. Su persona representa el poder temporal frente al espiritual, como
un soberano desafiante que no reconoce la autoridad de uno u otro santo hasta
que se obran los milagros. En todo caso, estos escritos nos muestran que la
conexión con el personaje britano otorgaba un mayor crédito y renombre a los
santos galeses e irlandeses biografiados. Arturo era ya un héroe conocido, vinculado a numerosos relatos célticos.
Notas:
*Lenguas celtas:
gaélicas: irlandés, gaélico escocés y manés.
britónicas: córnico, cúmbrico, galés y bretón.
**Bardos:
Estos poetas profesionales vivían en la corte de reyes y príncipes locales, y eran una clase aristocrática a la que se le encomendaban las actividades intelectuales.
Los filid en Irlanda y los bardos en Gales debían conocer y transmitir las leyendas y genealogías, así como elaborar la literatura oral en alabanza de sus patronos. Componían relatos en prosa y en verso que luego recitaban o cantaban acompañados de instrumentos musicales como arpa o cítara. Todo su aprendizaje era memorístico y eran necesarios años de especialización para poder desempeñar su función. El bardo o file debía repetir exactamente lo aprendido pero hubo variaciones y adiciones. La puesta por escrito de esta literatura se intensificó a partir del siglo XI (Torres, p. 59), aunque se seguía ejerciendo de forma oral todavía a finales del XI en Irlanda y Gales (Cirlot, p. 37).
BIBLIOGRAFÍA
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Sainero Sánchez, Ramón. Diccionario Akal de mitología celta. Madrid: Akal, 1999.
Torres Asensio, Gloria. Los orígenes de la literatura artúrica. Barcelona: Universitat de Barcelona, 2003.
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