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15 diciembre 2023

CONSTRUYENDO UN MITO: EL REY ARTURO (2ª PARTE)

Arturo en el trono
Juego Clash of Armies: Medieval, s. XXI
Imagen: Luis Llopis
Bajo licencia: CC BY-SA 4.0


Coronación de Arturo
Miniatura. Crónica Flores Historiarum, s. XIII
Dominio público: Wikimedia Commons


 
LA  TRANSFORMACIÓN DEL MITO

Hacia 1136 un monje galés llamado Geoffrey de Monmouth comenzó a escribir una obra en latín denominada Historia Regum Britanniae, que englobaría la historia de Britania desde su fundación por el mítico Bruto de Troya hasta la muerte del rey Cadvalader en el siglo VII y la instalación de los sajones en el poder.
Territorios de los Plantagenet en Francia, s. XII
Imagen: Sémhur (derivada)
Bajo licencia: CC BY-SA 3.0

Para ello, el clérigo se basó en fuentes antiguas de tradición oral y escrita, en las que ya de por sí había fantasía, y añadió bastante imaginación a su relato. No obstante, trataba de crear una crónica histórica amparándose en la noción de translatio, que implicaba la continuidad del poder sobre un linaje cuya legitimidad se remontaba a un pasado muy lejano. El resultado fueron doce libros de los cuales tres (octavo, noveno y décimo) tratan sobre Arturo y cuya historia se concretiza en cinco episodios: la conquista de Gran Bretaña, la conquista de las islas colindantes y de la Galia, las fiestas de la coronación, la guerra contra los romanos y la traición de Mordred.  
Su texto revelaba un pasado glorioso del pueblo bretón, presentaba a Arturo como el vencedor contra los sajones y lo elevaba al mismo nivel que el emperador de Roma, por lo que la dinastía normanda, establecida en Inglaterra desde su conquista en 1066, vio adecuada esta epopeya nacional para su legitimación en el trono y como contraposición a la épica de la corona francesa que tenía a Carlomagno.
Así, Geoffrey de Monmouth dedicó su obra, en primer lugar, a Roberto de Gloucester (hijo bastardo de Enrique I) y luego añadió sendas dedicatorias a Galeran de Beaumont, conde de Meulan, y al rey Esteban I que reinó entre 1135 y 1154.
Desde la instauración de los normandos en el trono inglés la situación política era compleja porque eran también duques de Normandía y, como tales, debían vasallaje a los reyes de Francia. De manera que los soberanos de Inglaterra se atribuyeron la sucesión del legendario monarca para legitimar su poder a ambos lados del Canal de la Mancha, equipararse a los Capetos y desvincularse del vasallaje a la corona francesa.
En su relato, el autor retrata a Arturo en su papel de rey guerrero y describe su armamento: el yelmo, el escudo Pridwen, la lanza Ron y la espada Caliburnus (Excalibur, forjada en la isla de Avalon). También ubica a los personajes de la tradición literaria como Uther Pendragon, Ginebra, Mordred, Bediver, Galván y Merlín, que en esta gran obra aparece en el libro séptimo, durante el reinado de Vortigern, y que será profeta (vates), mago y consejero del rey.
Arturo y Mordred en la batalla final
 Ilustración de Newell Convers Wyeth
The Boy's King Arthur, 1922
Dominio público: Wikimedia Commons
Arturo aparece como un caudillo de grandeza imperial que se enfrenta al poder romano, conquista territorios y lidera los ejércitos britanos que derrotan a los sajones. Pero es también el soberano a la cabeza de una corte espléndida donde se celebran magníficos banquetes y torneos a los que acuden caballeros de otras regiones. En realidad, Monmouth está marcando un hito en el relato, ya que es con la descripción de las fiestas de la coronación cuando actualiza la imagen del mundo artúrico del pasado, de manera que podemos considerar a este autor como el creador de una primera imagen cortés sobre Arturo. Tanto en la descripción de la celebración del banquete como en la de los juegos (ludi), referido aquí a torneos, se destaca el valor civilizatorio, festivo, de ostentación, generosidad y abundancia de la corte, además de una serie de tendencias conductuales en las que se incluía la relación entre mulieres y militia, algo que se ha interpretado como una primera formulación de la relación amor-caballería. En definitiva, en la obra de Monmouth observamos, a través del reflejo de varias pautas sociales, que ya imperaba la necesidad de adaptar la materia al mundo cortesano del siglo XII.
Por último, el monje relata la traición de Mordred, ya que ante la ausencia de Arturo que se preparaba para marchar sobre Roma, había usurpado el trono y tomado como esposa a Ginebra. Arturo y Mordred lucharían en la contienda final donde Arturo mataba a su sobrino (en otras versiones, su hijo) y él resultaba mortalmente herido y transportado a la isla de Avalon para ser curado de las heridas. El autor creaba así un final incierto para el rey cuyo posible regreso representaría “la esperanza bretona”.
La narración de Monmouth tuvo un éxito inmediato y autores posteriores trabajaron sobre su obra creando un nuevo género literario: los romans. 

ARTURO EN LA NOVELA CORTÉS

Enrique II Plantagenet
Dominio público:

Leonor de Aquitania
Elizabeth Villiers 
Our Queen Mothers,
1936
Robert Wace, un clérigo normando, escribió en 1155 el Roman de Brut, bajo el reinado de Enrique II de Inglaterra  y Leonor de Aquitania (1154-1189).
Wace tradujo la obra latina de Monmouth al francés anglonormando, que era la lengua de la corte inglesa, junto con el provenzal, utilizado por los trovadores. Al alejarse del latín y traducirla a la lengua romance, hizo que pudiera ser entendida por la nobleza cortesana. Además introdujo dos importantes elementos: la Tabla Redonda, que reunía como iguales a los mejores caballeros, y el misterioso bosque de Broceliande donde se ocultaba Merlín.
Wace siguió el texto de Geoffrey de Monmouth aunque hizo hincapié en el refinamiento, las aventuras, la magia y el esplendor de la corte, pero además, su estilo dio como resultado un relato ágil y fácil de recordar con el empleo del octosílabo pareado que marcó la tradición literaria posterior. Otorgó un mayor dramatismo a varios personajes y agregó diálogos y términos que conformaban un vocabulario cortesano más adecuado a las cortes señoriales de la época. Por todo ello se ha considerado que su roman impulsó la difusión de la épica artúrica en la literatura europea. Asimismo, trataba de fijar y desarrollar un modelo ético, reforzando, con una marcada intencionalidad política, la imagen de Arturo como soberano ejemplar. El objetivo era que el público identificara a Enrique II Plantagenet con el mítico rey y aunque utilizó la leyenda para prestigio político de su monarquía, consideró que se debía denegar al personaje un futuro regreso de Avalon.

James Archer. Lancelot y Ginebra, ca. 1864
Dominio público: Wikimedia Commons
En la segunda mitad del siglo XII, el poeta francés Chrétien de Troyes retomó la leyenda para la aristocracia francesa y la amplió con nuevas historias, añadiendo nuevos personajes y una atmósfera irreal en la que actuaban. Este autor hizo que la materia de Bretaña desplazara definitivamente a la materia de Francia y la de Roma, y que sobresaliera la temática artúrica con la creación de los episodios y los elementos más conocidos. Con Chrétien surgió Lancelot y su relación con Ginebra, el nombre de Camelot para el enclave de la corte y una concepción primigenia del Grial que cambiará más adelante. De momento, era un plato de oro adornado con pedrería que contenía la sagrada hostia para el Rey Pescador.
Chrétien de Troyes acentuó el modelo de monarca cortesano, generoso y justiciero. El soberano ya no es un guerrero ni un conquistador imperial de territorios, sino un rey inactivo que espera en su castillo a que los caballeros regresen de sus andanzas, porque él ya no protagoniza las hazañas, sino sus hombres que salen a combatir el mal y restaurar la paz alterada por elementos maléficos. En cambio, Arturo preside la Tabla Redonda, símbolo de civilización y del trato generoso que sabe dispensar a los paladines, vela por la justicia y el orden, y queda como el mantenedor de viejas leyes y costumbres (usages).

Aparición del Santo Grial en la Mesa Redonda
Dominio público: Wikimedia Commons
Siguiendo la estela de Chrétien, el caballero borgoñón Robert de Boron comenzó a escribir en 1190 su Roman de l’Estoire dou Graal donde imprimió el sentido cristiano definitivo al Grial de Chrétien, pasando a ser el cáliz de la Última Cena. Esta composición formaba parte de una serie de obras denominadas en conjunto: Li livres dou Graal, que tenía como tema central la búsqueda del sacro objeto. En su obra reincorporó a Merlín (que Chrétien había dejado a un lado) y sobre todo, trazó el esquema de lo que sería el gran ciclo novelesco en prosa conocido como La Vulgata o Lanzarote-Grial escrito entre 1215 y 1230.



CONCLUSIÓN

Como hemos visto, el rey Arturo cortesano es el resultado de una larga elaboración literaria y su retrato fue cambiando en función del contexto social de cada época. Su figura la hallamos representada en modelos de organización social muy distintos, de manera que el Arturo de la literatura galesa es muy diferente al de los romans franceses. Los manuscritos galeses, irlandeses y latinos más antiguos reflejan una sociedad organizada en reinos confederados que carecían de un gobierno central. Se trataba de una sociedad de carácter tribal, gobernada por una aristocracia militar cuyas actividades económicas se basaban en la explotación de la tierra y la guerra, de donde obtenían botín y fama. Por ende, entre las principales preocupaciones de esta élite se encontraba el vínculo establecido con los hombres que formaban su tropa guerrera o teulu (300 hombres armados), además del honor, el estatus y el prestigio del linaje. En el plano literario, observamos a Arturo como un líder guerrero que unió a las tribus britanas para luchar contra los sajones y que pasó a la documentación latina como dux bellorum hasta que, a partir del siglo XII, evoluciona hacia un modelo distinto en consonancia con el hecho de que el poder político que antes se concentraba en la élite guerrera se fue trasladando hacia monarquías cada vez más monopolizadoras.
Arturo pasó entonces a simbolizar un modelo político alternativo a la monarquía centralizadora de los Capetos, y los grandes señores feudales, viéndose en el reflejo de lo que representaba la Tabla Redonda, patrocinaron la novela artúrica. Los soberanos de la dinastía Plantagenet ejercieron especialmente el mecenazgo de los novelistas franceses y Enrique II tuvo claro que el mito artúrico le otorgaría la propaganda que necesitaba para sus aspiraciones políticas. 
Tanto la historia de Geoffrey de Monmouth como la de Robert Wace fueron tomadas por verídicas. El público creía que los hechos, expuestos en un tiempo y un espacio definido, habían ocurrido de verdad, hasta que Chrétien de Troyes rompió con la narrativa pseudo-histórica y situó a Arturo en el seno de un universo fantástico en el que los caballeros emprendían aventuras, triunfaban sobre el mal y buscaban el camino hacia la perfección. Las obras de Chrétien, además de entretener, convirtieron a Arturo en el modelo ideal de los grandes señores feudales y de la caballería como ordo social.
Después de Chrétien, otros escritores franceses crearon romances en verso y en prosa, aunque la fama del mito ya se había extendido por el occidente y norte europeo. Las traducciones se sucedieron en numerosas lenguas vernáculas y la leyenda quedó recogida en reelaboraciones y compilaciones que continuaron reeditándose hasta llegar a nuestros días. Pero ¿por qué el ciclo artúrico tuvo tanto éxito y por qué sigue atrayendo? 
La novela artúrica presentaba las más nobles virtudes caballerescas y una ficción que contrastaba con la realidad política y social. Por otra parte, la caballería andante vio en esta literatura un código ético que le era común como clase social y los ideales caballerescos a los que se acogía perduraron durante siglos: la asistencia y protección a los indefensos, el honor, la lealtad, la generosidad, la cortesía, la piedad, el valor de la palabra dada... 
Finalmente, el rey Arturo se convirtió en el eje central salvaguarda de un sistema perfecto: todo orbita a su alrededor y con la ayuda de Merlín mantiene el orden establecido como garante de la armonía y el equilibrio del mundo. ¿No es eso lo que buscamos? ¿No refleja algo que nos falta? Quizás el éxito que sigue teniendo la temática artúrica en la actualidad radica en que contemplamos en ella una serie de valores que nos gustaría que siguieran existiendo y que nos llevaran a obtener el equilibrio del mundo.

Bedivere con Arturo herido
Ilustración de Norman Little
The Gateway to Tennyson, 1910
Bedivere lanza Excalibur al lago
Ilustración de Walter Crane
Stories of the Knights of the Round Table, 1911


BIBLIOGRAFÍA

Cirlot, Victoria. La novela artúrica: orígenes de la ficción en la cultura europea. Barcelona: Montesinos, 1995.

Cordo Russo, Luciana. “Culhwch ac Olwen como texto de transición de la materia artúrica”. Medievalista [en línea] 2017, núm. 22. Disponible en: https://doi.org/10.4000/medievalista.1332

García Gual, Carlos. Historia del rey Arturo y de los nobles y errantes caballeros de la Tabla Redonda. Madrid: Alianza Editorial, 2018.

Hibbert, Christopher. Breve historia del rey Arturo. Madrid: Nowtilus, 2009.

Ibáñez Palomo, Tomás. “El mundo artúrico y el ciclo del Grial”. Revista Digital de Iconografía Medieval. Madrid: Universidad Complutense de Madrid, 2016, vol. VIII, núm. 16, pp. 31-66.

Ladd, Marcus. “Recovering the historical Arthur". Comparative Humanities Review [en línea] 2017, vol. 1, núm. 1, pp. 13-32. Disponible en: http://digitalcommons.bucknell.edu/chr/vol1/iss1/3

Sainero Sánchez, Ramón. Arturo: Dux Bellorum: Los orígenes de la leyenda. Madrid: Sanz y Torres, 2018.

Sainero Sánchez, Ramón. Diccionario Akal de mitología celta. Madrid: Akal, 1999.

Torres Asensio, Gloria. Los orígenes de la literatura artúrica. Barcelona: Universitat de Barcelona, 2003.


04 febrero 2023

CONSTRUYENDO UN MITO: EL REY ARTURO (1ª PARTE)

A lo largo de algunas entradas trataré sobre la evolución de la figura de Arturo y las características del que fue desde un legendario líder guerrero hasta el rey cortés de Camelot. Su representación sufrió variaciones hasta ser el rey de una magnífica corte, pero ¿cómo se transformó el guerrero de la Edad Heroica britana (siglos V y VI) en el monarca que hoy conocemos? ¿Por qué su leyenda tuvo tanto éxito? ¿Qué aportó a nivel sociológico?

ORÍGENES 

La génesis del mito artúrico radica en la transmisión oral de leyendas celtas que sólo a partir del Medievo se pusieron por escrito. Aun con la romanización, no desaparecieron las lenguas célticas (gaélicas y britónicas)* ni su tradición, y mucho menos en Irlanda, que no estuvo bajo el poder romano. De forma que, en paralelo al latín, continuó una literatura autóctona compuesta y transmitida por la prestigiosa élite de los bardos*.
En la isla de Gran Bretaña y dado el interés por la historia de Britania y sus héroes del pasado, todo un universo épico quedó plasmado en los textos que los monjes escribieron en latín y en galés.

En Irlanda, durante el siglo V, con la evangelización llegó también la cultura escrita. Los monjes escribas se dedicaron a copiar en latín y en gaélico los manuscritos basados en la tradición oral y desarrollaron su apogeo cultural entre los siglos VI y VIII. Asimismo, en la zona norte de Gales y gracias a un largo periodo de estabilidad política, entre los siglos IX y X se produce en los monasterios una intensa labor de recopilación, traducción y escritura del material relativo a las leyendas del Antiguo Norte (Yr Hen Ogledd).

REFERENCIAS SOBRE ARTURO EN MANUSCRITOS EN LATÍN

Gran Bretaña ca.600
Imagen: Hel-hama. Bajo licencia: CC BY-SA 3.0
En: 
Wikimedia Commons
Se cuenta que Arturo fue un guerrero que, tras el abandono de la isla por las legiones romanas a partir del año 410, unió a las tribus britanas y luchó contra los invasores anglosajones, pero no fue hasta el siglo IX cuando se mencionó en un texto historiográfico: Historia Brittonum. Esta crónica, atribuida a un monje galés llamado Nennius, fue escrita en latín hacia el año 830. En ella nos revela la figura de Arturo como un jefe de guerra, un dux bellorum que capitaneó las tropas britanas frente a los invasores de la isla. Se refiere a doce batallas y los lugares donde se desarrollaron, como la acontecida en el fuerte de Guinnion, la octava, "en la que Arturo llevó sobre sus hombros la imagen de la Virgen María y gracias a cuya intercesión y la de Jesucristo derrotó a los paganos".

Respecto a la duodécima contienda, al igual que había hecho el monje Gildas en el siglo VI, Nennius menciona la batalla de Monte Badon, pero a diferencia del autor anterior, sí da el nombre de Arturo. Se configura el retrato de un guerrero tan fabuloso que fue capaz, por ejemplo, de aniquilar a 960 enemigos en dicha batalla, dejando claro que alrededor de esta figura ya se habían comenzado a forjar leyendas. De hecho, en la propia Historia Brittonum se encuentra inserto el texto De mirabilibus Britanniae (o Mirabilia) donde se narran 12 prodigios acontecidos en las tierras de Britania e Irlanda. Entre estas historias hay dos referidas a Arturo: una que trata sobre la prodigiosa tumba de su hijo Anir, y otra que trata sobre las huellas que su perro Cabal dejó en una roca durante la persecución del jabalí Troynt (Twrch Trwyth). Precisamente en este segundo relato se nos muestra la faceta de Arturo como cazador, que será una de las muchas que conforman su fisonomía poliédrica en la literatura galesa.

Monje copista. Autor: Joseph Ratcliffe Skelton.
Pero volviendo a las crónicas, también contamos con los Annales Cambriae, un manuscrito de autoría anónima que se cree que fue iniciado a principios del siglo IX. Este texto registra los sucesos ocurridos desde el año 453 hasta el 954 en el norte de Gales, principalmente. En cuanto a los datos sobre el año 516, se incluye la mención a la batalla de Badon “en la que Arturo llevó la cruz de nuestro Señor Jesucristo durante tres días y tres noches sobre sus hombros y los britanos salieron victoriosos”.
Una segunda referencia a Arturo se halla al llegar al año 537 y es la batalla de Camlann, en la que Arturo y Medraut cayeron. Ambos mueren, pero no dice que fuese uno a manos del otro.

Por otra parte, Arturo aparece también en diversas hagiografías como Vita Sancti Cadoci, V.S. Carantoci, V.S. Iltuti, V.S. Paterni y V.S. Gildae.
En estos manuscritos, que datan desde finales del siglo XI hasta el siglo XIII, Arturo es presentado como un gobernante tirano y soberbio, un rey rebelde que permanece pagano hasta que se convierte al cristianismo a partir de algún milagro que realiza el santo de la biografía en cuestión. Su persona representa el poder temporal frente al espiritual, como un soberano desafiante que no reconoce la autoridad de uno u otro santo hasta que se obran los milagros. En todo caso, estos escritos nos muestran que la conexión con el personaje britano otorgaba un mayor crédito y renombre a los santos galeses e irlandeses biografiados. Arturo era ya un héroe conocido, vinculado a numerosos relatos célticos.

ARTURO EN LAS FUENTES GALESAS

Como hemos visto, se nos ha presentado como un vencedor heroico de batallas, símbolo de la resistencia britona, rodeado de elementos sobrenaturales, cristianos y paganos en lo que pretende ser el recuerdo a un héroe militar. Ahora bien, ¿cuál es la referencia más antigua que tenemos sobre Arturo?

El Viejo Norte (s.VI-VII)
Imagen bajo licencia CC BY-SA 3.0 EnWikimedia Commons
A este respecto contamos con el poema galés Y Gododdin*, cuyas partes más antiguas han sido fechadas de alrededor del año 600 y atribuida a un bardo galés llamado Aneirin. Esta obra consiste en varias elegías dedicadas a los guerreros de las tribus de Gododdin que, tras dirigirse al reino de Lothian para atacar a los anglos que habían tomado la plaza de Catraeth, cayeron en la batalla y tan solo hubo unos cuantos supervivientes (entre los que estaba el mismo Aneirin). En dicha composición, el poeta elogia a unos héroes que se suponían ya conocidos por la audiencia, y asocia el nombre de Arturo al valor guerrero, al narrar las hazañas de otro héroe (Gwawrddur) cuyo coraje era notable: “Alimentó negros cuervos en la muralla de una fortaleza, aunque él no era Arturo”.
Este y otros manuscritos de entre los siglos IX y XI evidencian una larga transmisión oral antes de ser recopilados en libros que datan de entre los siglos XIII y XIV.
Algunas de las más importantes compilaciones de literatura galesa son:
Libro de Aneirin (siglo XIII)
Libro de Taliesin (primera mitad siglo XIV)
Libro Negro de Carmathen (mediados del XIII)
Libro Blanco de Rhydderch (finales del XIII)
Libro Rojo de Hergest (finales del XIV)

De manera que, además del citado Y Gododdin, hay otros muchos poemas, como el número 30 del Libro de Taliesin, “Los despojos del Otro Mundo” (Preiddeu Annwfn), que cuenta el viaje de Arturo y sus compañeros en el barco Prydwenn para llegar a Caer Siddi, “la Ciudad de los Muertos” con el fin de liberar a un guerrero de una fortaleza y robar un caldero mágico.

También en el Libro de Taliesin encontramos “El asiento de Teyrnon (Cadeir Teyrnon) y “Canto fúnebre de Uther Penn” (Marwnat Uthyr Penn).

En “El asiento de Teyrnon” se alude a un Arturo bendecido con el arte de la canción y vencedor de enemigos. Aun con leves diferencias entre las traducciones propuestas, la alusión en dos versos de este poema atestigua la existencia de leyendas sobre Arturo.

El poema “Canto fúnebre de Uther Penn” narra en primera persona las hazañas de Uther y, si bien son de difícil comprensión, dos de los versos aluden a Arturo. En ellos, supuestamente el propio Uther manifiesta que una novena parte de su valor ha sido transferido a Arturo. En realidad, a lo largo del poema nunca se afirma que Uther fuera su padre, pese a que estos versos han sido interpretados como una posible alusión al que sería su descendiente.

Pero las referencias a Arturo no acaban ahí, sino que están también, por ejemplo, en los poemas 15 y 30 donde se nos presenta un Arturo como caudillo guerrero, vencedor de muchas batallas, que reagrupa ejércitos y ayuda a otros príncipes a salvar sus reinos del enemigo.

Página del Libro Negro de Carmathen. F. 47 v.
Poema: ¿Quién es el portero?

En el Libro Negro de Carmathen, el poema conocido como: Pa gwr yw’r porthawr? “¿Quién es el portero?” es un diálogo entre Arturo y el gigante Glewlwyd Gafaelfawr que custodia la entrada a una fortaleza. Ante él debe Arturo contar sus hazañas y las de sus hombres para poder ser admitidos. En el diálogo nombra a sus más famosos compañeros, Cei y Bedwyr. 

En el poema “Gereint, hijo de Erbin”, algunos versos narran una batalla en la que participaron juntas contra un enemigo común las tropas del rey Gereint y las de Arturo en un lugar llamado Llongborth.

En cuanto a “Estrofas de las tumbas”, se menciona la tumba de Arturo, entre las de otros héroes britanos, al señalar que se desconoce su ubicación.

En el mismo libro, en el poema 31, se destaca la presencia de Uther y Arturo en la batalla de Trywruid, por lo que los apuntes sobre estos personajes aparecen repetidamente.

Como vemos, son numerosas las alusiones al guerrero britano en los textos galeses, pero entre estos debemos destacar "Culhwch y Olwen", recogido junto a otros en los Mabinogi.

Culhwch y Olwen ante Ysbaddaden
Dominio público: Wikimedia Commons
Este relato ha sido considerado como texto de transición en el desarrollo de la materia artúrica. En este cuento, además de ver los primitivos rasgos que caracterizan al Arturo de la literatura galesa, podemos apreciar signos protocorteses, como la sala o corte de gran reputación donde se reúne un elenco estable de guerreros. Además, se ha determinado que es la narración en prosa más antigua sobre Arturo redactada en una lengua vernácula y, según investigaciones filológicas más recientes, que fue escrita hacia el año 1150. Así, aunque esta obra es posterior a la Historia Regum Brittaniae de Geoffrey de Monmouth, no desvirtúa la imagen que ya se había configurado del personaje, sino que combina rasgos protocorteses y heroicos en una figura basculante.

En "Culhwch y Olwen" los guerreros emprenden expediciones junto al soberano, poseen cualidades mágicas actúan en grupo (no individualmente como caballeros andantes) con un comportamiento que dista mucho de una actitud cortés. En sus aventuras, matan, saquean y acrecientan sus riquezas. Arturo, toma la iniciativa y lidera episodios, pasando a segundo plano el personaje principal (como en el caso de Culhwch), y es también el valedor de las normas en su corte como la hospitalidad y la generosidad.

En cuanto al episodio de la caza del jabalí Twrch Trwyth y en el que los protagonistas deben conseguir una navaja, unas tijeras y un peine mágicos que esconde el animal entre sus orejas, alberga una gran carga simbólica. El jabalí simbolizaba la guerra, la destrucción y el caos, y la persecución relatada representa la lucha del bien contra el mal (porque Trwyth es un rey convertido en jabalí por sus pecados) y el control territorial. Arturo, como Señor de la isla, debe capturar a la bestia que devasta todo a su paso, pero además el episodio valida al soberano como cazador y combatiente, y puesto que la caza era fundamental como entrenamiento para la aristocracia guerrera, el episodio pasa a significar la validación del soberano en ese tipo de sociedad.
 
Libro Rojo de Hergest
El cuento conservado en el Libro Rojo de Hergest, titulado “El sueño de Rhonabwy”, muestra a Arturo ya como rey caballeresco; sin embargo, por la manera en que queda plasmado el mundo artúrico, ha sido interpretado por algunos especialistas como una representación paródica del mismo que no refleja la tradición original.

Junto a los Mabinogi, en las “Tríadas de la Isla de Bretaña” (Trioedd Ynys Prydein) es representado Arturo sobre el retrato característico del folklore celta. Aquí hallamos la evocación de la figura heroica, del guerrero britano, bardo y ladrón que está lejos del rey de las novelas de caballerías, así como la mención de los personajes más conocidos que le rodean.

En definitiva, las composiciones galesas nos muestran a Arturo como el jefe de una banda de guerreros que poseen poderes extraordinarios, un caudillo britano que va en busca de aventuras y lucha contra monstruos, brujas y gigantes. Es el protagonista de muchas de las acciones que se desarrollan, un héroe que goza de una fuerza sobrehumana y de elementos mágicos, que rescata y libera personajes, que compone poesía y conduce al robo de riquezas, a la vez que es el protector y defensor de unas tierras donde destaca como soberano.

ARTURO EN LAS FUENTES IRLANDESAS

Ya hemos rastreado a Arturo en los manuscritos de autores galeses, pero también lo encontramos en textos irlandeses en los que tanto Uther como Arturo aparecen como figuras históricas verdaderas.

Los Anales del Ulster fueron realizados por el copista Ruaidhrí Ó Luinín a finales del siglo XV en celta gaélico con interpolaciones en latín y recopilan datos tomados de manuscritos de finales del siglo VII o principios del VIII. En la compilación encontramos continuas referencias a otra obra denominada “el Libro de Cuanach”, para validar lo que está escrito en los Anales del Ulster.

El Libro de Cuanach fue escrito por un monje irlandés (Cuana/Cuanu) que murió en el año 738. En la entrada referida al año 467 nos revela que Uther Pendragon fue un rey de Inglaterra y que su hijo Arturo le sucedió y mandó construir la Mesa Redonda.*

En cambio, en otros manuscritos irlandeses se anota que Arturo fue hijo de un soberano del reino de Dalriada*, Aedán Mc Gabráin, que murió en el año 606. Así lo vemos, por ejemplo, en Vita Columbae*, escrita por un abad del monasterio de Iona (Escocia) llamado Adamnan.

Firmas en una página de los Anales de los Cuatro Maestros
Dominio público: Wikipedia Commons
Por otra parte, en los
Anales del Reino de Irlandatambién conocidos como “Anales de los Cuatro Maestros”*, encontramos la mención a Arturo en la entrada del año 620, en la que se relata que mató al rey irlandés (escoto) Mongan (hijo del rey Fiachra Lurgan) con una piedra. Aquí Arturo aparece como rey de los britanos y es hijo de Bicair.

Otra recopilación de capital importancia es la Historia de Irlanda (Foras Feasa Ar Érinn) realizada por el sacerdote irlandés Geoffrey Keating en el siglo XVII. Su compilación, al igual que los Anales, ofrece documentos únicos sobre Irlanda, ya que muchos de los textos antiguos en los que se basó (algunos de ellos anteriores al siglo X) desaparecieron.

Según las fuentes utilizadas por Keating*, Arturo era un príncipe irlandés que fue contemporáneo de Muircheartach el Grande (hijo de Earca), rey de Érinn (Irlanda) en el siglo VI y del que fue, posiblemente, su aliado. Además señala que Arturo murió luchando contra los pictos escoceses.

En cualquier caso, hemos visto a través de distintas fuentes, algunas de las referencias y las varias representaciones de Arturo desde los documentos más antiguos. No obstante, con el género literario del romanque se había iniciado en Francia en el siglo XII, la leyenda artúrica pasará a otro nivel.


*Quiero ver: Notas y textos correspondientes a este artículo

*Quiero leer la 2ª PARTE


BIBLIOGRAFÍA

Cirlot, Victoria. La novela artúrica: orígenes de la ficción en la cultura europea. Barcelona: Montesinos, 1995.

Cordo Russo, Luciana. “Culhwch ac Olwen como texto de transición de la materia artúrica”. Medievalista [en línea] 2017, núm. 22. Disponible en: https://doi.org/10.4000/medievalista.1332

García Gual, Carlos. Historia del rey Arturo y de los nobles y errantes caballeros de la Tabla Redonda. Madrid: Alianza Editorial, 2018.

Hibbert, Christopher. Breve historia del rey Arturo. Madrid: Nowtilus, 2009.

Ibáñez Palomo, Tomás. “El mundo artúrico y el ciclo del Grial”. Revista Digital de Iconografía Medieval. Madrid: Universidad Complutense de Madrid, 2016, vol. VIII, núm. 16, pp. 31-66.

Ladd, Marcus. “Recovering the historical Arthur". Comparative Humanities Review [en línea] 2017, vol. 1, núm. 1, pp. 13-32. Disponible en: http://digitalcommons.bucknell.edu/chr/vol1/iss1/3

Sainero Sánchez, Ramón. Arturo: Dux Bellorum: Los orígenes de la leyenda. Madrid: Sanz y Torres, 2018.

Sainero Sánchez, Ramón. Diccionario Akal de mitología celta. Madrid: Akal, 1999.

Torres Asensio, Gloria. Los orígenes de la literatura artúrica. Barcelona: Universitat de Barcelona, 2003.