18 agosto 2024

Notas y textos rey Arturo


NOTAS


*Y Gododdin:

Odas conservadas en el Libro de Aneirin. Se cree que una parte de ellas pudieron ser compuestas a finales del siglo VI o principios del VII por este bardo (y el núcleo del poema sería contemporáneo de los hechos que narra), pero otras partes presentan una ortografía de los siglos IX o X (Torres, p. 51).



*Dalriada/Dal Riada

Reino de Dalriada o Dál Riata
Fuente: Wikimedia Commons
Reino que los irlandeses establecieron alrededor del siglo VI y que comprendía territorios occidentales escoceses y un área noreste de Irlanda. 
Según el abad Adamnan, Aedán mac Gabráin fue proclamado rey de Dalriada en el año 574 por san Columba (Sainero, 1999, p. 34)






*San Columba:

Columba hace la señal de la cruz
ante las puertas del fuerte
 del rey picto, Brude Mac Maelchon
Autor: Joseph Ratcliffe Skelton
Dominio público: Wikimedia Commons

Obispo fundador de varios monasterios, entre ellos, el de Durrow, en Irlanda, y el de Iona, en la isla escocesa del mismo nombre. Murió en el año 597, dejando gran cantidad de iglesias dependientes de Iona e Irlanda. 
El monasterio de Iona se convirtió en el centro cultural más importante de las Islas Británicas durante el siglo VII. Su gran influencia en el reino de Northumbria abriría la cultura celta a los anglosajones de la época. 
Los saqueos vikingos en Iona a principios del siglo IX, llevarían a la decadencia y destrucción del lugar insignia del saber de la época (Sainero, 1999, p. 240-243).



*Vita Columbae:

La "Vida de San Columba", datada del año 697, fue escrita por Adamnan/Adomnan, abad del monasterio de Iona  (Torres, p. 94)
En esta obra aparece Arturo como hijo del rey escocés Aedán mac Gabráin.



*Anales de los Cuatro Maestros:

Esta compilación contiene las entradas desde el año 2242 a.C. (año del diluvio en la historia irlandesa) hasta el 1616 d.C.

Michael O’Clery fue un fraile franciscano del siglo XVII, enviado por la Iglesia a Irlanda para recopilar antiguos manuscritos que registraban la historia y la cultura de la isla.
Para este trabajo buscó la ayuda de tres eruditos de diferentes condados: Ferfesa Ó Mail-Chonaire, Cú-cóigcriche Ó Cléirigh y Ó Duibgennáin, que eran capaces de entender los primitivos documentos en gaélico. 

Michael O'Clery junto a los tres expertos serían conocidos más tarde como los "Cuatro Maestros". 

La compilación se escribió entre 1632 y 1638 en un monasterio franciscano del condado de Donegal, y como elaboradores de la obra, junto con Michael O’Clery, aparecen en la introducción del manuscrito: fray Bernardinus O’Clery (Guardianus Dungalensis), el hermano Muiris Ulltach y el hermano Bonauantura o Domhnill (Sainero, 1999, p. 235-236; 260).

The annals of  Ireland, 1846
Dominio público: Wikimedia Commons
Firmas en los Anales de los Cuatro Maestros, s. XVII
Dominio público: Wikipedia Commons

























TEXTOS


Fragmentos extraídos de "Culhwch y Olwen"

El joven dijo:

-¿Hay aquí un portero?

-Sí. Y tu cabeza no debe estar en su sitio para hacer una pregunta así. Soy portero de Arturo cada primer día de enero. El resto del año se ocupan mis sustitutos, Huandaw, Gogigwc, Llaeskenym y Pennpingyon, que anda sobre la cabeza para conservar sus pies, no hacia el cielo ni hacia la tierra, sino como una piedra rodando sobre el suelo de una corte.

 -Abre la puerta.

-No quiero.

-¿Por qué?

-El cuchillo está en la carne, la bebida en el cuerno y completamente llena la sala de Arturo. No dejan entrar más que a los hijos de rey de un reino reconocido o al artista que trae su arte. Se dará de comer a tus perros y a tus caballos; a ti te ofrecerán chuletas de carne caliente con pimienta, vino en abundancia y una música agradable. Te llevarán comida para cincuenta hombres a la hospedería […] Te ofrecerán una mujer para que duerma contigo y los placeres de la música. Mañana a la hora tercia, cuando se abra la puerta a la hueste que ha venido aquí hoy, tú pasarás el primero y podrás elegir el sitio que quieras en la sala de Arturo, desde el extremo más alto hasta el más bajo.

[…]

(Cei se muestra en contra de que entre Culhwch)

-Por la mano de mi amigo -exclamó Cei-, si se siguiera mi consejo, las leyes de la corte no se violarían por su culpa.

-Estás en un error, querido Cei -dijo Arturo-. Somos hombres nobles en la medida en que se recurre a nosotros. Mayor será nuestra generosidad y mayor será nuestra nobleza, gloria y reputación.

Y Glewlwyt volvió a la entrada y abrió la puerta al joven. Aunque todo el mundo desmontara en el montador de piedra de la entrada, Culhwch no lo hizo y entró con su corcel.

[…] 

Arturo:

-Siento cómo mi corazón se ensancha frente a ti; sé que eres de mi sangre. Dime quién eres.
-Lo haré -respondió el joven-. Soy Culhwch, hijo de Kilydd, hijo del príncipe Kelyddon Wledig y de Goleuddydd, mi madre, hija del príncipe Anllawdd Wledig.

 -Entonces es cierto -respondió Arturo-. Eres mi primo hermano. Dime todo lo que quieres y tendrás todo lo que nombren tu boca y tu lengua.

[…]

-Pido que consigas para mí a Olwen, hija de Yspadadden Penkawr, y la invoco aquí en nombre de tus guerreros.

[…]

Cei se levantó. Cei tenía el privilegio de que podía respirar nueve noches y nueve días bajo el agua y permanecer nueve noches y nueve días sin dormir. Ningún médico podía curar una herida de la espada de Cei; además tenía una facultad maravillosa cuando quería: podía ser tan alto como el árbol más alto del bosque. Otro privilegio: cuando más copiosamente caía la lluvia, todo lo que tuviera por encima y por abajo de la mano permanecía seco a la distancia de un palmo, debido a su gran calor natural, y también hacía las veces de combustible para sus compañeros cuando el frío era muy intenso.

Arturo llamó a Bedwyr, quien jamás retrocedía ante una empresa en la que Cei participara, […] y aunque sólo tenía una mano, tres combatientes no hacían salir la sangre con más rapidez que él en el campo de batalla. Poseía otra virtud: su lanza producía una herida al entrar, pero nueve al retirarla.

Mabinogion
Alfred Fredericks. The Boy's Mabinogion, 1881. Imagen retocada. Trabajo propio.
Extraída de: Wikimedia Commons

 



(Sainero, 2018, p. 72)

Uther Pendragon, Arturo y la Mesa Redonda:

«Esto aparece en el Libro de Cuanach.

3. Muere Uther Pendragon, rey de Inglaterra, a quien sucedió su hijo Arturo, quien ordenó la Tabla Redonda».

 Anales del Ulster, 467.

 

 

(Sainero, 1999, p. 30)

Origen de la Mesa Redonda:

«Con los trabajos en madera puedo hacer maravillosas artes. He oído decir más allá de las nuevas mareas de los mares, que tus caballeros en tu mesa se pelearon un día de medio invierno; muchos allí cayeron; por su gran orgullo juego mortal libraron; y por su dignidad real todos querían estar dentro. ¡Ah! Yo te construiré una mesa rápidamente en la que se puedan sentar mil seiscientos o más parientes. Todos alrededor, sin que ninguno fuera quede, fuera y dentro, hombre opuesto a hombre. Cuando desees viajar contigo llevarla puedes».

Canto de Taliesin, XII


 (Sainero, 1999, p. 80) 

Geoffrey Keating sitúa a Arturo en Irlanda:

«Muircheartach el Grande, hijo de Earca, era rey de Érin, y fue contemporáneo del rey Arturo».

Historia de Irlanda. Libro I, 14-16


 

BIBLIOGRAFÍA

Sainero Sánchez, Ramón. Diccionario Akal de mitología celta. Madrid: Akal, 1999.

Torres Asensio, Gloria. Los orígenes de la literatura artúrica. Barcelona: Universitat de Barcelona, 2003.



21 junio 2024

LA INQUISICIÓN ESPAÑOLA EN AMÉRICA


Felipe II
Autora: Sofonisba Anguissola, 1573
Fuente: Museo del Prado

“ [el verdadero remedio consiste en desviar y excluir del todo la comunicación con los herejes y sospechosos, castigando y extirpando sus errores, por evitar y estorbar que pase tan grande ofensa de la santa fe y religión católica a aquellas partes y que los naturales dellas sean pervertidos con nuevas, falsas y reprobadas doctrinas [] ” 

(Real Cédula, 25 de enero de 1569)



NUEVAS TIERRAS, NUEVAS GENTES:
LA ESPERANZA DE LA CORONA ESPAÑOLA

¿Qué características tuvo la Inquisición española en América? ¿Hubo diferencias con respecto a la peninsular? ¿Por qué fue implantada en el Nuevo Mundo?

La Corona de Castilla nunca había tenido un tribunal inquisitorial hasta que el papa Sixto IV autorizó a los Reyes Católicos mediante la bula Exigit sincerae devotionis, en 1478, a nombrar inquisidores para combatir el problema de los judaizantes en sus reinos, y el Consejo de la Suprema y General Inquisición sería el órgano coordinador de los tribunales.
Ya en 1493, tras el descubrimiento colombino, los Reyes Católicos recibieron el encargo del papa Alejandro VI, con la bula Inter Caetera, de evangelizar a los indígenas, a lo que se sumaba la enorme tarea de proteger sus nuevos dominios de las potencias enemigas. En 1508, con la bula del papa Julio II, Universalis Ecclesiae, obtenían el patronato eclesiástico en las Indias.

Vista de la ciudad de Sevilla
Atribuida a Alonso Sánchez Coello, finales del XVI
Sin embargo, uno de los principales problemas que tuvo que afrontar la monarquía fue la
emigración al Nuevo Mundo, que se convirtió en refugio para las personas perseguidas por la Inquisición en España. La Corona quería evitar que pasaran judíos, judeoconversos, musulmanes, herejes, gitanos y extranjeros, y que sólo viajaran cristianos viejos, familias y personas libres de toda sospecha de herejía que sirvieran de ejemplo a los indígenas. Para ello se expedía asiduamente legislación restrictiva (Instrucciones y Reales Cédulas) que prohibía la entrada de cristianos nuevos, apóstatas y extranjeros en las tierras descubiertas y ordenaba expulsar a los que hubiera. No obstante, la legislación era burlada con frecuencia y muchos conseguían pasar a América de forma ilegal, además de que se concedían más licencias en determinadas épocas para facilitar el poblamiento y hubo varios periodos de apertura permitiendo, por ejemplo, con Carlos I, la entrada a súbditos alemanes y flamencos.

PRE-INQUISICIÓN

Desde el principio, los conquistadores españoles fueron acompañados de eclesiásticos para el servicio castrense, pero también fueron enviados misioneros para la labor evangelizadora y obispos designados para la función inquisitorial*. 
En 1522 el Papa Adriano VI emitía la Omnimoda o Exponi Nobis, bula que concedía la autoridad inquisitorial a los regulares en tierras sin obispo. De esta manera se fueron constituyendo diócesis y vicariatos apostólicos en las nuevas tierras donde los prelados tenían facultades inquisitivas o de averiguación y así, décadas previas al establecimiento de la Inquisición en América, luchaban por la moralidad y la pureza de la fe, por lo que el miedo a la infiltración de judeoconversos, la extensión de la bigamia y la relajación de la moral, fueron motivos que llevaron a realizar peticiones como hizo en 1516 fray Bartolomé de las Casas al cardenal Cisneros:
[] asimismo suplico a Vuestra Reverendísima Señoría [] que mande enviar a aquellas islas de Indias la Santa Inquisición, de la cual creo yo que hay muy gran necesidad, porque donde nuevamente se ha de plantar la fe, como en aquellas tierras, no haya quizá quien siembre alguna pésima cizaña de herejía”.
(Fray Bartolomé de las Casas. Memorial de remedios para las Indias, 1516)

El 7 de mayo de 1516, Cisneros delegaba en Juan de Quevedo (obispo de Cuba)

Fray Bartolomé de las Casas
Escuela quiteña, s. XIX

la potestad de designar todo el personal necesario, con todas las prerrogativas de los inquisidores, incluida la relajación al brazo secular, pero desconocemos su actuación como inquisidor y si la hubo fue muy limitada, porque todavía la mayoría de la población indígena no estaba evangelizada y había poca bautizada.
El 7 de enero de 1519 el cardenal e Inquisidor General, Adriano de Utrecht, bajo deseos de Carlos I, designaba al obispo de Puerto Rico, Alonso Manso, y al dominico, Pedro de Córdoba, vicario general de La Española (Santo Domingo), “inquisidores de las Indias e Islas del Mar Océano” para que ejercieran conjuntamente sobre la zona antillana y territorios ocupados (Santo Domingo, Cuba, Jamaica, Panamá y territorios costeros venezolanos).

Mientras tanto, en Nueva España, los conquistadores ejercían el poder civil, a lo que se sumó la jurisdicción de los franciscanos cuando llegaron a México en 1524. El inquisidor Pedro de Córdoba nombró a fray Martín de Valencia comisario de la Inquisición, y en 1526 llegaron algunos dominicos con fray Tomás de Ortiz desde La Española (donde estaban desde 1510).

Sabemos que en 1527 se juzgaron 19 causas por blasfemia y que uno de los casos más destacados fue el del conquistador octogenario, Rodrigo Rengel, conocido por ser un acérrimo blasfemador que fue sentenciado por fray Toribio de Benavente, “Motolínia”, a pagar una multa de 500 pesos de oro.

En 1528 el inquisidor Vicente de Santa María dictó el primer auto de fe en Nueva España que llevó a la hoguera a Hernando Alonso y a Gonzalo de Morales por judaizar. Al parecer, durante los tres años siguientes no hubo actividades inquisitoriales hasta que llegó el franciscano Juan de Zumárraga, nombrado obispo e inquisidor apostólico con jurisdicción sobre la diócesis de México. De 1536 a 1543, Zumárraga juzgó causas por blasfemia, superstición, bigamia, criptojudaísmo e idolatría y a presuntos luteranos, acumulando la mayor actividad procesal conocida, hasta que su sentencia contra el nativo Carlos Ometochtzin le valió la pérdida de su cargo. 

A partir de 1543 será Felipe II quien firme las disposiciones relativas a América (ya que Carlos I le encargó la regencia mientras él confrontaba los múltiples problemas en su imperio) y se delimitarían dos amplios distritos bajo los inquisidores Alonso López de Cerrato, al que se le atribuiría el espacio antillano, y Francisco Tello de Sandoval a quien se le atribuiría México.

Por otra parte, en 1542 se había creado el virreinato del Perú donde se rebelaron los encomenderos tras decretarse las Leyes Nuevas cuyo objetivo era mejorar las condiciones de los indígenas en las encomiendas, algo que espoleó las guerras civiles entre “pizarros” y “almagros”, a la vez que estas guerras dificultaron la introducción de tribunales inquisitoriales en ese virreinato.

A partir de 1548 no hubo nombramientos de inquisidores y poco se sabe de los procesos durante esos años, sólo que los misioneros en tierras sin obispo continuaron ejerciendo la labor inquisitorial.

EL PELIGRO PROTESTANTE Y LOS FALSOS CONVERSOS

A partir de 1550 se vuelven insistentes las peticiones a la Corona española, demandando personal especializado frente a la reiterada intromisión de las autoridades civiles en los asuntos inquisitoriales.

Al principio, las guerras de conquista, la distancia respecto de la metrópoli y la falta de mujeres españolas favorecieron la libertad moral y sexual. Con el tiempo, la criollización, el mestizaje y la aculturación transformaron la población hasta consolidarse la sociedad indiana con todo lo que ello implicaba, como posibles prácticas supersticiosas**. Pero era creciente la preocupación por la presencia de marinos ingleses y franceses en Norteamérica y en el Caribe que podían hacer penetrar las ideas protestantes. Por si fuera poco, a finales del siglo XVI, oleadas de emigrantes portugueses llegaban a las Indias y muchos de ellos eran judeoconversos que huían de la Inquisición portuguesa.

Auto de fe en la Plaza Mayor de Lima (Perú)
Grabado s. XVII, Museo del Congreso y de la Inquisición
Horadada por estos peligros, la América española requería una solución y ésta llegó en 1568 cuando Felipe II convocó La Junta Magna en la que se tomó la decisión de implantar la Inquisición en aquellas tierras. Así, el 25 de enero de 1569 se emitió la Real Cédula que establecía el Santo Oficio, y el Consejo de la Suprema y General Inquisición dictó las Instrucciones para Inquisidores de Indias el 15 de febrero del mismo año. En ellas se prohibía juzgar a los naturales y se indicaba actuar “contra los cristianos viejos y las otras personas contra quien en estos reinos de España se suele proceder”.

El primer tribunal se constituyó en el virreinato del Perú con sede en Lima el 20 de enero de 1570. A continuación, en Nueva España, el 4 de noviembre de 1571, y en 1610 se implantaría en Nueva Granada otro tribunal con sede en Cartagena de Indias, creándose un nuevo distrito inquisitorial por orden de Felipe III.

CARACTERÍSTICAS DE LA INQUISICIÓN EN AMÉRICA

La Inquisición debía moralizar una sociedad compleja que desde el principio se había ido forjando a golpe de improvisación. No obstante, al establecerse el Santo Oficio, una de las características más destacadas es que los indígenas, considerados neófitos en la fe, quedaron excluidos de la competencia inquisitorial. 

Bautizo de Ixtlixóchitl
José Vivar y Valderrama, s. XVIII
La Inquisición podía enjuiciar a cualquier individuo, civil o eclesiástico, fuera del rango que fuera (incluso virreyes), menos a los indios, que a partir de 1571 quedaron bajo la jurisdicción ordinaria del obispo de cada diócesis ayudado por una serie de auxiliares. Este organismo diocesano tuvo varias denominaciones, entre ellas, “Provisorato de Naturales”.

Por otra parte, una de las dificultades de la Inquisición en América fue la enorme extensión de los territorios de cada jurisdicción. Era tan enorme el territorio que cada tribunal debía cubrir, que no había suficiente plantilla y se proveyó de cargos menores como los denominados Comisarios y Familiares, que actuaban de informadores y detenían a los sospechosos. Aun así, la vigilancia sobre la población era difícil y la instrucción lenta. De hecho, la presión inquisitorial se notaba en las capitales virreinales, donde había más presencia de órdenes religiosas, mientras que en el mundo rural y en las ciudades secundarias era prácticamente nula. En cuanto a los puertos marítimos, los Comisarios debían tener la suficiente preparación doctrinal como para realizar la “visita de navíos”, que significaba el control de la importación de libros.

Fuente: Congreso de la República
Lima, Perú
Además, la dispersión y la movilidad de la población dificultaban las posibilidades de que se dieran denuncias y una denuncia era lo que daba inicio a un proceso inquisitorial. Pero no existía allí, como en la península, una tradición de conflicto social entre cristianos viejos y nuevos. En América los cristianos nuevos eran los indios y no podían suponer un peligro para la fe de los cristianos viejos ni que pudieran competir con ellos en la escala social. Respecto a los procesamientos y en relación al fenómeno del mestizaje, se hizo habitual alegar la condición de indio para evitar ser procesado; por tanto, la mayoría de las sentencias de relajación al brazo secular se dieron contra protestantes y judaizantes.

Otras dificultades que tuvo la Inquisición fueron: la falta de ingresos regulares para el pago de los salarios, la dificultad en las comunicaciones y la continua llegada de emigrantes.

En cuanto a la tortura, la Inquisición americana, al igual que la peninsular, obró con total cautela, previa aprobación de todos los inquisidores de un tribunal y del obispo del lugar para su aplicación, con causa justificada y como último recurso para probar la culpabilidad del acusado.

La historiografía reciente ha demostrado que la actuación del Santo Oficio fue mucho más favorable al reo y más rigurosa en sus procedimientos que la de los tribunales civiles en los que se aplicaba de forma arbitraria la tortura, y que ejerció una presión mucho menor en el Nuevo Mundo que en España, aunque es imposible saber el número exacto de ajusticiados.

En realidad, el temor de la población a la Inquisición venía dado por el secretismo con el que, desde la detención, se ocupaba de los procesos. Testigos e inquisidores debían jurar que no revelarían nada del procedimiento, y el acusado no conocía, al principio, el motivo de su denuncia ni el acusador, obligándose a buscar en su memoria algún error doctrinal para tratar así de no dar respuestas contraproducentes, hasta que el proceso avanzaba y el reo iba conociendo todos los cargos.

Independencia de Hispanoamérica

La Inquisición quedó abolida por las Cortes de Cádiz en 1813 por un decreto que se hizo extensible a los territorios hispanoamericanos, aunque, tras algunos intentos de restablecimiento, la institución desapareció definitivamente en 1820 de América. En España no lo haría hasta 1834.




Notas:

* Esta etapa se distingue por la confluencia de: 

  1. La Inquisición episcopal u ordinaria: los obispos ejercían la función inquisitorial en sus diócesis.
  2. La Inquisición pontificia o apostólica: el Inquisidor General de España otorgaba, por concesión papal, poderes inquisitoriales a los obispos.
  3. La Inquisición monástica: los superiores de las órdenes religiosas eran investidos con poderes episcopales e inquisitoriales para ejercer donde no hubiera obispados.

** Por ejemplo, rituales y remedios de un chamán para paliar una dolencia o enfermedad. A este respecto, la Inquisición abrió procesos contra varios españoles por consumir raíces, hongos y bebidas alucinógenas, y estaba atenta a la nigromancia, la hechicería, la magia o la adivinación, como demuestra el trabajo de fray Martín de Castañega, que fue uno de los primeros en estudiar estos fenómenos. 


BIBLIOGRAFÍA

Amores Carredano, Juan B. (coord.). "La Inquisición en Indias". Historia de América. Barcelona: Ariel, 2012.

Escandell Bonet, Bartolomé. "La Inquisición americana en la política indiana de Carlos V". Carlos V y la quiebra del humanismo político en Europa (1530-1558), 2001, vol. 4, pp. 81-102.

Ita Rubio, Lourdes de. “Extranjería, protestantismo e Inquisición: presencia inglesa y francesa durante el establecimiento formal de la Inquisición en Nueva España”. Signos históricos [en línea], 2017, vol. 19, n. 38, pp. 8-55. Disponible en: <http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1665-44202017000200008&lng=es&nrm=iso>. 

Martínez Peñas, Leandro. "El tormento como instrumento jurídico del Santo Oficio". Revista de la Inquisición, 2022, vol. 26, pp. 159-176.

Mira Caballos, Esteban. “Los prohibidos en la emigración a América (1492-1550)". Estudios de historia social y económica, 1995, nº 12,  pp. 37-54.

Sánchez Bohórquez, José Enrique. “Implantación y evolución de la pre-inquisición en la América hispánica del siglo XVI”. L’Inquisition espagnole et ses réformes au XVIe siècle [en línea], 2006, pp. 41-60. Disponible en: <https://books.openedition.org/pulm/694>.

Soberanes Fernández, José Luis. "La Inquisición en México durante el siglo XVI". Revista de la Inquisición, 1998, nº 7, pp. 283-295.

Walker, Joseph M. "La Inquisición en el Nuevo Mundo". Historia de la Inquisición española. Madrid: Edimat, 2001. 


17 marzo 2024

EDUCACIÓN Y LETRADAS EN LA PENÍNSULA IBÉRICA

Cuando nos fijamos en el estudio de la mujer culta en el Medievo, observamos que muchos autores se centran en la historia de conocidas figuras bajomedievales como, por ejemplo, Leonor de Aquitania y su hija, María de Champaña, o Christine de Pizan. Sin embargo, podemos plantearnos si otras mujeres que se sitúan en la época más temprana del período medieval pudieron adquirir las mismas posibilidades: aprender a leer y escribir, estudiar las artes liberales¹ o dedicarse a la escritura o la enseñanza.

Sabemos que las aristócratas tenían más oportunidades, pero al margen de una educación dirigida a su clase social y la derivada de los textos sagrados, ¿qué mujeres de la Alta Edad Media estaban alfabetizadas?, ¿sólo lo fueron las pertenecientes a la nobleza?, ¿qué margen de actuación tenían las mujeres instruidas?
Para no hacerlo tan extenso como sería si ampliara mi texto a mujeres del conjunto europeo, en esta entrada me ceñiré a la península ibérica y al marco cronológico de los siglos V al X.

ENSEÑANZA Y APRENDIZAJE

Con la caída del Imperio romano de Occidente desaparecieron las antiguas escuelas municipales y las instituciones eclesiásticas se encargaron de la educación pública, siendo las escuelas parroquiales, episcopales y monásticas las posibilitadoras de un nivel básico de instrucción para la infancia.

Pierre le Mangeur dando clase
Miniatura de La Bible historiaux, s. XV
París, Biblioteca Mazarine. Ms. 313, f. 1r
Fuente: Biblissima

Los monasterios albergaban la cultura clásica y los textos sagrados eran transmitidos a niños y niñas² a los que enseñaban a leer y escribir, pero principalmente fueron para la mujer el lugar donde adquirir cultura, prestigio y libertad.

Muchas abadesas intercambiaron correspondencia con los grandes prelados de la Iglesia, escribieron hagiografías, comentarios de textos sagrados y tratados. Monjas y abadesas ejercieron de maestras, fueron bibliotecarias y copistas que multiplicaron los textos en sus scriptoria y alcanzaron un gran nivel cultural que les permitió estar a la altura de los obispos. 

EDUCACIÓN Y PODER

En los reinos germánicos, los jóvenes de la élite social eran enviados a las cortes reales para recibir educación militar y cultural. En la Hispania visigoda, el palatium de Toledo no sólo fue el lugar privilegiado para los varones de la aristocracia, sino también jóvenes damas residían y se educaban en la corte.

Las niñas de la nobleza debían aprender tanto las habilidades de costura y bordado como las letras, y para esto último podían estar a cargo de un preceptor en sus casas. No obstante, era usual enviarlas a los monasterios donde les enseñaban a leer y escribir, pero también podían recibir clases de música, aritmética y otras disciplinas de las artes liberales. Muchas de ellas continuarían su vida en el monasterio, pero las jóvenes que quisieran casarse y volver al mundo seglar podían hacerlo.

No fueron pocas las mujeres de noble cuna que encargaron y financiaron la copia de libros y la redacción de nuevas obras, porque además, poseían bibliotecas, solicitaban libros, dedicaban gran parte de tiempo a la lectura y muchas de ellas, a la escritura de poesía, cartas y tratados. Asimismo sabemos que las mujeres que permanecieron en el siglo fueron las transmisoras de la educación de sus hijos a través de los escritos conocidos como speculum, y algunas encargaron la realización de crónicas históricas para enaltecer su linaje.

El activo papel que tuvieron las reinas fue decisivo para los destinos de los reinos bárbaros. Los lazos matrimoniales con mujeres de noble estirpe hacían posible la entronización de reyes y algunas reinas consortes se convertían en auténticas reinas de facto.

Muchas nobles hispanorromanas y godas proporcionaron apoyo económico y militar a sus maridos, y distintas monarcas impusieron la autoridad real y mantuvieron su posición mediante redes clientelares. Intercambiaban cartas con grandes personalidades de la época, intervenían en las finanzas y en las luchas de poder, promovían pactos matrimoniales, ejercían el patronazgo, hacían donaciones y estaban presentes en las negociaciones de los magnates.

Sabemos, por tanto, pese a la escasez de fuentes y en las que apenas son nombradas o de forma muy somera, incluso por referencias indirectas en ocasiones, que las aristócratas altomedievales fueron instruidas y encontramos varios ejemplos de ello, en este caso, en la península ibérica.


GOSVINTA, GALSVINTA Y BRUNEQUILDA

Brunequilda
Les Françaises illustres, 1893
Fuente: Google Libros
Una de las reinas visigodas de mayor protagonismo político fue Gosvinta, que mantuvo su influencia a lo largo de tres reinados sucesivos, incluso durante el de Recaredo (contra quien conspiró), hasta que la reina murió en el año 589.
Su primer marido fue Atanagildo (rey entre 554-567), con quien tuvo dos hijas: Galsvinta y Brunequilda.

Brunequilda (ca. 550-613) nació y se educó en Toledo (capital del reino visigodo desde Atanagildo), pero fue enviada a Metz para casarse con Sigeberto I, por lo que se convirtió en reina de Austrasia y actuó de regente en Austrasia y Borgoña. Al igual que su madre y su hermana, había recibido una buena formación en la corte toledana, pero se distinguió por ser protectora de las artes y las letras.

Por la descripción de Gregorio de Tours en su Historia Francorum y los versos laudatorios dirigidos a Brunequilda por el poeta y obispo de Poitiers, Venancio Fortunato, conocemos acerca de los rasgos que eran admirados en princesas y reinas, y una buena formación cultural era algo que se esperaba de ellas por el nivel de su cargo, además de determinadas actitudes como la caridad y la piedad religiosa.


BADDO

La conversión de Recaredo
Antonio Muñoz Degrain, 1888
Dominio público: Wikimedia Commons 

Baddo fue esposa de Recaredo (rey entre 586-601) y aunque ella no era de origen noble se casaron y fue reina de los godos. Participó en el III Concilio de Toledo (589) y firmó junto a su esposo las actas conciliares donde figuraba como Gloriosa regina.


BENEDICTA

La historia de Benedicta se desarrolla a mediados del siglo VII. Benedicta era una joven hispanorromana de origen noble que estaba prometida a un gardingo de la corte real donde ella también residía, pero huyó a Cádiz y allí se puso en contacto con el obispo de Braga, Fructuoso, quien la formó como abadesa y la instruyó en las Sagradas Escrituras mediante el intercambio epistolar, lo que nos indica que, obviamente, sabía leer y escribir.


Entre los años 841-843 Dhuoda escribió un manual formativo para su primogénito Guillermo. Esta obra nos permitió conocer mejor el papel de la mujer de la nobleza carolingia, el nivel educativo y los conocimientos que tenía esta noble sobre textos sagrados y laicos.

LEODEGUNDIA

Boda medieval
Miniatura de Niccolò da Bologna, 1350
Dominio público: Wikimedia Commons

Leodegundia
fue hija del rey Ordoño I de Asturias (850-866) y con motivo de su boda a mediados del siglo IX con un príncipe de Pamplona se compuso en su honor un epitalamio, es decir, un poema con notación musical o himno nupcial.
El poema ensalza a esta joven de estirpe real, dejando patente las cualidades intelectuales, morales y religiosas que se atribuían a las princesas y reinas de la época. Se trataba de una mujer instruida en las letras sagradas y profanas que, como otras nobles, sabía latín en su forma culta, y cuya erudición y caridad se añadían a su belleza física.


MUMADONA DÍAZ

Mumadona Díaz (c.900–968) fue una condesa de la Gallaecia que fundó el monasterio de Guimarâes en el 950 y enriqueció su biblioteca con la donación de numerosos libros tanto litúrgicos como no litúrgicos y textos de los padres de la Iglesia.

LA MUJER CULTA DE AL-ÁNDALUS

Los diccionarios biográficos son un género característico de la literatura árabe que recoge las biografías y obras de los hombres sabios de la sociedad musulmana, los ulemas, que se dedicaban a las ciencias religiosas y profanas. No obstante, en estos diccionarios se incluyen las biografías de algunas mujeres de relevancia social, mencionadas fundamentalmente por sus vínculos de parentesco, ya fueran familiares de ulemas, de familias reinantes (hijas de califas, etc.) o porque pertenecieran de otro modo a la corte como las esclavas.

Las niñas de familias distinguidas crecían en entornos donde predominaba la dedicación al estudio, puesto que los ulemas eran jueces, notarios, predicadores en las mezquitas, funcionarios de la administración, etc. Por lo tanto y si así lo consideraban los hombres, algunas jóvenes recibían su formación de los varones de su entorno familiar. La mujer no podía relacionarse con otros maestros ni acudir a las clases públicas impartidas en las mezquitas, mientras que un varón que quisiera formarse ampliamente podía viajar a distintas ciudades y países a escuchar a otros maestros, así como culminar sus estudios peregrinando a la Meca.

Las mujeres libres se dedicaron tanto a las ciencias profanas, es decir, gramática, caligrafía, poesía, medicina, etc., como a las ciencias religiosas que englobaban el estudio del Corán, jurisprudencia y todo lo que tuviera que ver con la ley islámica.

En el harén
Juan Giménez Martín, ca. 1895
Dominio público: Wikimedia Commons

Las esclavas se dedicaban sobre todo a la composición poética, pero también al estudio de la lengua árabe, a las funciones de katiba (secretaria al servicio de su señor o señora) y muchas eran especializadas en caligrafía. Las poetisas y cantoras fueron numerosas porque eran educadas para el entretenimiento de los hombres en los salones palaciegos y las grandes mansiones, cantando, recitando o improvisando poemas.

Muy pocas mujeres se dedicaron a la enseñanza y menor aún fue el número de discípulas de mujeres. En cambio, sí podían recibir lecciones de doctos hombres que no fueran familiares suyos, pero siempre acompañadas de un pariente o detrás de una cortina.

HASSANA AL-TAMIMIYYA

Hassana al-Tamimiyya fue una poeta del siglo VIII nacida en Elvira (Granada), descendiente de un reconocido panegirista andalusí. De ella se conservan tres poemas que dirigió a los emires al-Hakam I (796-822) y Abd al-Rahman II (822-852), dos de ellos pidiéndoles ayuda después de que el gobernador de Elvira no reconociera un mandato de al-Hakam I por el que quedaba exenta del pago de unos impuestos sobre sus tierras. Una vez resuelto el caso por Abd al-Rahman II, Hassana le envió otro poema, esta vez de agradecimiento al emir por su intervención y justicia.

UMM AL-HASAN BINT SULAYMĀN

La historia de esta mujer es toda una excepción porque estudió con un ulema ajeno a la familia y viajó a la Meca dos veces, algo que aprovechó para continuar sus estudios de hadiz y jurisprudencia (fiqh), aunque se destaca que otras seis mujeres de su familia también hicieron la peregrinación.

Umm al-Ḥasan bint Sulaymān pertenecía a una tribu bereber que llevaba tiempo asentada en al-Ándalus y que, al igual que otras tribus bereberes, estaba bastante arabizada. De ella se ha destacado su ascetismo y su talento intelectual, además del hecho de acudir a tomar clases una vez por semana en casa de un prestigioso alfaquí de al-Ándalus, Baqi b. Majlad (ca. 816-889), quien la recibía en solitario para que no se relacionara con otros alumnos.

FADL, ALAM Y QALAM

El califato de Córdoba en tiempos de Abderramán III
Dionisio Baixeras Verdaguer, 1885
Dominio público: Wikimedia Commons
Fadl, Alam y Qalam (s. IX) se educaron en Medina, pero fueron trasladadas a al-Ándalus como esclavas cantoras. Fueron compradas para Abd al-Rahman II (822-852) junto a otras mujeres y trasladadas al alcázar de Córdoba donde, además de cantoras, fueron especialistas en gramática, literatura árabe, retórica y poesía. 
Qalam era de origen norte peninsular (vasca o navarra), pero había sido raptada de joven durante una incursión y enviada a Medina donde fue obligada a estudiar poesía árabe, canto, danza y caligrafía.

LUBNA DE CÓRDOBA

Lubna de Córdoba (siglo X) se distinguió por sus conocimientos en varios ámbitos. Además de ser buena calígrafa y poetisa entendida en gramática y métrica árabe, sabía matemáticas. Fue esclava y katiba de al-Hakam II (961-976), dirigió la biblioteca califal de Córdoba e impulsó la creación de la biblioteca de Medina Azahara junto a un erudito judío. Se encargó de buscar nuevos libros viajando a otras ciudades del mundo islámico y de copiar y comentar manuscritos. Murió en el 984 o 986.

RAYHANA

El almocrí³, Abu Amr al-Dani (981-1053), tuvo como discípula en su residencia de Almería a Rayhana, que estudiaba el Corán separada de su maestro por una cortina, mientras éste le indicaba las pausas con una varita. Ella le solicitó licencia para enseñar (iyaza), pero él no se la concedió, sin embargo, Rayhana continuó estudiando hasta que la consiguió.


Notas:

¹ Artes liberales:
    Trivium: gramática, retórica y dialéctica/lógica.
    Quadrivium: aritmética, geometría, música y astronomía.

² Los monasterios también acogían oblatos, que eran niños y niñas donados a la Iglesia, procedentes de familias nobles (que los ofrecían como exvoto) o pobres que se aseguraban de que el niño/a fuera alimentado, vestido y educado, y tuviera, en definitiva, unas buenas condiciones de vida.

³ Lector del Corán en las mezquitas.

Bibliografía y recursos:

Ávila, María Luisa. “Las mujeres sabias en al-Andalus”. La mujer en al-Andalus: reflejos históricos de su actividad y categorías sociales. Ed. Mª J. Viguera. Madrid, Sevilla, Universidad Autónoma de Madrid, Editoriales Andaluzas Unidas, 1989, pp. 139-184. Disponible en: <http://hdl.handle.net/10261/14481>

Calado, Luciana; Costa, Claudia (org.). Vozes de mulheres da Idade Média. João Pessoa: Editora UFPB, 2018. Disponible en: <http://www.editora.ufpb.br/sistema/press5/index.php/UFPB/catalog/book/464>

Duby, Georges; Perrot, Michelle (dir.) Historia de las mujeres: La Edad Media. Barcelona: Taurus, 2006, v. 2.

Felipe, Helena de. "Doblemente invisibles: mujeres bereberes en al-Andalus". eHumanista: Journal of Iberian Studies, 2020, 45, pp. 213-227.

Ferrer Valero, Sandra. Mujeres silenciadas en la Edad Media. Madrid: Punto de Vista Editores, 2019.

Isla Frez, Amancio. “Reinas de los godos”. Hispania, 64(217), 2004, pp. 409–433.

Real Academia de la Historia. Diccionario Biográfico Español, [en línea]. Disponible en: <https://dbe.rah.es>

Sánchez Prieto, Ana Belén. "Dónde aprender a leer y escribir en el año mil". Anuario de Estudios Medievales2010, 40(1), pp. 3-34.

Sánchez Prieto, Ana Belén. "La educación de la mujer antes del año 1000. ¿Es Dhuoda un caso único?", Educación XX1, Revistas UNED, Madrid: Facultad de Educación, 2010, 13(2), pp. 69-94.

Soto Chica, José. “Un reino por dentro: ejército, legislación, administración, economía, sociedad y cultura”. Los visigodos: hijos de un dios furioso. Madrid: Desperta Ferro Ediciones, 2021, pp. 438-450.
 
Ubieto Arteta, Antonio. “El matrimonio de la reina Leodegundia”. Medievalista (10), 1992, pp. 451-454.

Wade Labarge, Margaret. La mujer en la Edad Media. San Sebastián: Nerea, 2003.